The Walking Dead: Saints & Sinners – Chapter 2: Retribution, análisis. Bailando entre los muertos

The Walking Dead ha tenido un camino difícil por el mundo del videojuego. Más allá del exitoso capitulo desarrollado por Telltale, al tratar de llevarlo al survival no solía caer con buen pie. No ha sido hasta la llegada de la realidad virtual cuando hemos podido disfrutar de algo que se asemeja al terrorífico universo entre muertos vivientes. Nos referimos a la saga Saints & Sinners, que encuentra en Retribution un paso hacia delante excesivamente conservador.

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Sobrevive otro día… si puedes

Este segundo capítulo de Saints & Sinners mantiene las fortalezas que tanto hicieron brillar a la entrega de 2020. Hablamos de un survival horror que intenta transmitir una experiencia dura, con las menos ayudas posibles y donde cada enemigo a nuestro paso cuenta. Nueva Orleans vuelve a ser testigo de un título que encaja a la perfección en el entorno de la realidad virtual.

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Lo decimos sobre todo por el combate. Los muertos vivientes a nuestro paso se comportan como esperamos. Aunque les gusta actuar en grupo, una vez ponen su mirada hacia nuestro cuello, avanzan con paso firme (y algunas sorpresas aparte, como el gran enemigo que asoma en la portada). Cada bala y machetazo cuentan. El juego busca que durante todo el desarrollo permanezcas en una exploración constante. Todo lo que nos rodea es susceptible de ser una nueva arma o un recurso especial con el que mejorar nuestra estancia en este implacable mundo en el corto plazo.

Vuelve el autobús en mitad del cementerio que, aunque no lo parezca, es el lugar más seguro que encontrarás en todo el juego. Es el centro de nuestro progreso, y es que no solo sirve para dar avance a ciertas misiones ligadas a sus alrededores: también tendrás que acudir a ella cuando quieras mejorar a tu personaje y los utensilios que quieras tener a tu disposición.

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Con el plano adecuado podemos crear tanto armas de fuego como cuerpo a cuerpo. También hay ventajas en forma de bonificaciones pasivas, como impulsos en nuestra resistencia, salud o lo grande que es nuestra mochila. Las virtudes de esta entrega, como ocurre con el original, se mantienen en este bucle de obtención, fabricación y uso. Buscas materiales para convertirlos en poderosas armas que usar en tu próxima incursión. Todos los elementos comunes pueden reciclarse para obtener materias primas que usar en nuestro banco de trabajo. Funciona como un reloj suizo. Sigue siendo realmente satisfactorio ver que cada vez que tomas un riesgo ahí fuera tiene su recompensa.

Nueva Orleans, un hogar repleto de hostilidades

Nueva Orleans se divide en pequeños distritos en los que suele primar la búsqueda por interiores. Ponemos como ejemplo el inicio del juego, un hotel abandonado en el que cada esquina habita un zombi dispuesto a acabar con nuestra vida. La inmersión es completa. El trabajo en sonido es bueno, lo que ayuda a que sea creíble nuestro traslado a este mundo ficticio.

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Como ya los veteranos sabrán, además de la mochila contamos con un extenso diario que nos explica tanto las misiones activas como el mapa del distrito en el que nos encontramos. El acierto de la saga es mantener una línea sutil a la hora de comunicar el objetivo a continuación. Siempre debes guiarte por las pistas del entorno y lo que nos indica la tarea para poder avanzar, y es que estamos en un survival que lleva al pie de la letra las raíces del género.

También es cierto que es un arma de doble filo. En algunas ocasiones es demasiado críptico a la hora de señalar la localización de los personajes que avanzan determinadas misiones. Un jugador que llegue de nuevas a la saga no sabe localizaciones como la iglesia, por ejemplo. Buscarla fuerza a dar largos paseos, como intentar dar con una aguja en un pajar. Es un problema que ya arrastra desde el primero y que no estaría mal ver resulta en una futura secuela. Completar la aventura nos ha llevado 15 horas, una cifra que cambia dependiendo de lo rápido que conectes los puntos que deja el juego a tu interpretación.

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Una de las principales novedades de esta secuela es la intervención de los ciclos día y noche. Cuando la luna asoma, las incursiones premian al jugador con materiales y oportunidades más difíciles de encontrar que de día, pero requiere una aproximación sigilosa para no alertar a las hordas de caminantes; si no estás preparado morirás al instante. El juego deposita parte del peso de la experiencia en la trama con decisiones que supuestamente marcan el devenir de la aventura, pero en nuestro caso no hemos percibido que los cambios tengan relevancia. En general, hay pocas novedades frente a lo visto unos años atrás.

Traslado a PS VR2

El juego se lanzó originalmente para dispositivos de la familia Meta, por lo que el port a PS VR2 ha buscado impulsar el apartado técnico dadas las ventajas del dispositivo y PS5. Visualmente se ve realmente bien. Es uno de los juegos que mejor se ven en su catálogo de lanzamiento. Pese al estilo visual cartoon, la pantalla se ve bastante nítida y el panel OLED ayuda a que en las incursiones nocturnas la oscuridad se traslade de manera más fiel.

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También hace uso de la retroalimentación háptica. Coger una caja de munición o recargar se traduce en un movimiento personalizados de sendos mandos. No hemos encontrado problema alguno de tracking. De hecho, jugamos como lo haría un superviviente nato: mano derecha pistola, mientras que la mano izquierda la cruzaba por debajo cuchillo en ristre. Parecíamos Sam Fisher en un Splinter Cell, y pese al cruce de los brazos el dispositivo lo registraba correctamente. Es un gustazo cuando las cosas funcionan.