En el salón todos pueden oír tus gritos
Cinco juegos para pasarlo mal en el espacio
The Callisto Protocol y el remake de Dead Space vuelven a poner esta temática de moda, así que recordamos alternativas potentes para jugar entre medias.
Comentamos no hace mucho, al recordar sagas clásicas que regresarán después de años de ausencia, que el terror vuelve a estar de moda. Pero lo cierto es que no se trata solo del terror, junto a él también se está dando un repunte claro por el interés en el espacio. Esta semana se ha estrenado The Callisto Protocol, proyecto creado por uno de los máximos responsables de Dead Space que se adelanta por poco más de un mes al remake de ese mismo juego, previsto para estrenarse a principios de 2023.
Las críticas, por desgracia, no han sido tan favorables como para la obra de Visceral Games en su día, aunque eso no impide que The Callisto Protocol sea uno de los platos fuertes de esta recta final de año, un despliegue audiovisual de primer nivel que bien sirve como aperitivo para una nueva era de exploración, suspense o incluso gore entre las estrellas o en otros planetas. Fort Solis, The Alters, Level Zero, The Invincible, Routine o Negative Atmosphere son solo algunos de los nombres que, con más o menos (o ningún) tiroteo, también nos llevarán allí arriba en los próximos meses, evidenciando la intención de muchos estudios por dar su propio giro a la temática.
Tampoco podemos olvidar el remake del primer System Shock, uno de los grandes pioneros en esto de aunar ciencia ficción espacial con una experiencia jugable inmersiva en pleno proceso de adecuarse a gráficos y controles modernos. De hecho, tiempo antes de que Dead Space fuese el juego que conocemos ahora, el propósito original del estudio era rendir tributo a la saga de Looking Glass y crear un System Shock 3 en todo menos nombre. Después salió a la venta un juego llamado Resident Evil 4 y los planes cambiaron bastante; pero parte del ADN siguió ahí debajo, en la ambientación y diseño de una Ishimura que pronto volveremos a recorrer.
Así que por si termináis The Callisto Protocol pronto, habéis decidido esperar al remake de Dead Space, o a algún otro como los citados antes, vamos a proponeros alternativas para hacer tiempo o simplemente disfrutar del terror (o la acción) en el espacio. El segundo System Shock, ya que hemos hablado de él, es un imprescindible y extendemos una encarecida recomendación fuera de lista por si no tenéis reparos en volver más de dos décadas hacia atrás. Pero si queréis algo un poco más moderno, descuidad, que también tenemos otras propuestas dignas de vuestra atención.
Alien: Isolation
Empezamos por orden cronológico, remontándonos a 2014, una época en la que el terror difícilmente pasaba por su mejor momento. Por suerte, ese año llegaron sorpresas como P.T. y el propio Alien: Isolation para cambiar las cosas. Para recordarnos qué era pasar miedo de verdad. Creado por un estudio más conocido por sus juegos de estrategia, este último se puso en plan vieja escuela y no solo evitó la clase de acción que caracterizara a las adaptaciones de Alien anteriores (más centradas en homenajear la secuela de James Cameron), también reconstruyó con precisión milimétrica la ambientación original de la película de Ridley Scott.
Isolation, de hecho, funciona como nueva secuela intermedia, ubicada entre las dos primeras películas (cuando la saga aún era buena) y nos pone en la piel de la hija de Ellen Ripley —el popular personaje interpretado por Sigourney Weaver— para seguir los pasos de su madre de vuelta hacia la nave Nostromo. A partir de ahí, la historia también se vuelve familiar: los momentos de calma rutinaria para investigar y absorber la impecable atmósfera pronto dejan paso a la tensión, la paranoia, androides fuera de control y, cómo no, con el tiempo también el alienígena que le da título.
Alien: Isolation tiene disparos, explosivos (con su sistema de crafteo incluido) e incluso un lanzallamas; pero difícilmente es la clase de juego al que acudir para la acción, o para los puzles, que también tiene. Estos sirven como trámite hacia las mejores partes, cuando materializa casi a la perfección la visión que tenía el estudio de crear un Survival Horror basado en El octavo pasajero, película donde el ahora tan popular y trillado Xenomorfo acaparaba menos de cinco minutos de metraje total. ¿Para qué más cuando podía emboscar y matar a cualquier tripulante en cuestión de segundos?
Y es que nuestro principal no puede ser derrotado, solo rehuido o distraído. El ritmo deliberadamente lento del desarrollo, con muchos tramos donde el alien ni siquiera es un factor a tener en cuenta —lo sepamos o no durante la primera partida— sirve para preservar la tensión de encuentros donde cualquier fallo puede resultar fatal, y donde hasta esos puzles básicos, o los Quick Time Events de interacción más rutinarios ponen a prueba nuestra sangre fría. El juego incluso recuperó los guardados manuales para evitar que nos acomodásemos con puntos de control predefinidos, algo útil para cuajar una experiencia muy intensa que aún aguanta el paso del tiempo.
DOOM
Pero aquí no vamos a hablar solo sobre juegos de esconderse detrás de mesas o deslizarse a través de conductos de ventilación. Oh, no. Porque la ambientación espacial puede adaptarse a diferentes moldes, y eso de “pasarlo mal” es interpretable. En el caso de DOOM, el reboot de 2016, se podría decir que quienes lo pasan mal terminan siendo los demonios que nuestro marine tirotea, sierra o destripa. Aunque es un proceso que lleva su tiempo, y nos sigue teniendo en alerta a medida que aparecen nuevas especies, oleadas más numerosas o incluso jefazos de final de nivel.
Años después, DOOM Eternal terminaría apretando bastante más en ese sentido, pero el título previo sigue funcionando como un punto de entrada más amable si tenemos la nueva dupla de Id Software pendiente de jugar, y además se centra en recapturar y potenciar la misma premisa de sobrevivir en una instalación marciana con portales hacia el infierno que ya hiciera legendario al original de 1993. Aunque las cosas no tardan en escalar, la ambientación es más industrial y siniestra que en su sucesor, jugueteando con imaginería clásica de terror sin irse al extremo casi Survival Horror de DOOM 3 (otra buena recomendación si queréis una entrega más pausada).
Al igual que en Alien: Isolation, el mimo puesto en los entornos logra que siga siendo un festín visual a pesar de los años transcurridos, aunque es su jugabilidad lo que le convierte en un juego atemporal. Frente a los innumerables shooters con auto regeneración de vida, DOOM 2016 reivindicó el regreso de los botiquines o, aun mejor, la idea de lanzarse a por los enemigos para ejecutarlos y sacar recursos directamente de sus entrañas. En ese sentido, también comparte con Isolation la idea de mirar hacia atrás (caso de los guardados manuales) para mejorar lo de delante.
Es vieja y nueva escuela al mismo tiempo, una obra de gran intensidad que nunca termina de desensibilizar completamente al jugador con la cantidad de acción y vísceras que lanza a la pantalla porque diez o veinte minutos más tarde vuelve a superarse a sí misma. No por nada fue en su día elegido como el mejor juego del año aquí en MeriStation, así que no podíamos hacer una lista sobre juegos chungos del espacio sin reservarle un lugar especial. Destroza y desgarra hasta que no quede ninguno, incluso si lo pasas tan bien que dejas en evidencia nuestro título.
Prey
Volvemos a algo más relajado, al menos en lo que al componente de acción se refiere. Al igual que DOOM, Prey necesita matizar su estreno (2017) porque no fue el primer juego lanzado con ese nombre. De hecho, ni siquiera fue el primero ambientado en el espacio. Pero a diferencia del creado por Human Head Studios once años antes (más reminiscente de DOOM 3 y también recomendable como otra opción a tener en cuenta), el de Arkane brilló con luz propia al ofrecer posiblemente la experiencia más similar a System Shock que hemos visto desde la segunda parte.
Eso sí, para bien o para mal, cuando hablamos de brillar con luz propia nos referimos a su calidad, no tanto a su notoriedad en medio de un año donde otros juegos recibieron mejores notas y más ventas. Meses atrás lo reivindicamos como uno de los simuladores inmersivos más infravalorados, y nos mantenemos en ello aunque también admitamos que no tiene la clase de jugabilidad que necesariamente busquen todos. Compleja y exigente, aunque con un gran margen para que el jugador sea creativo y busque sus propias soluciones a los problemas planteados por el diseño.
La paranoia de la que hablamos antes en Alien: Isolation es otra de las señas de este Prey, donde quizá no hay un Xenomorfo merodeando los niveles, dispuesto a ejecutarnos casi al instante; pero prácticamente cualquier objeto, desde una silla hasta una taza o una papelera, puede volverse en nuestra contra. Es la perturbadora naturaleza de los miméticos, criaturas alienígenas que se camuflan en el entorno para esperar su oportunidad y emboscarnos cuando menos lo esperamos. Quizá hasta con forma de botiquín de vida, y mira que ya hay que tener mala leche para eso.
Contra ellos —y otros alienígenas que no se esconden porque confían en sus posibilidades en el enfrentamiento directo— podemos usar varias armas, aunque la estrella de la función es el cañón GLOO, capaz de disparar un gel con rápida capacidad solidificante que tan pronto paraliza a los miméticos como tapa paneles cortocircuitados para prevenir descargas eléctricas o incluso se adhiere a paredes para que improvisemos escaleras y alcancemos lugares elevados o rutas alternativas. Esa versatilidad y su componente RPG con árbol de mejoras hacen de Prey un juego ideal para experimentar, aunque sus retos y peligros también escalan de forma acorde.
Returnal
Retomando la variedad de propuestas, la intención de aprovechar una lista como esta para enlazar juegos a través de la temática espacial y los desafíos que esperan en ella, nos acercamos al presente con un roguelike como ningún otro. Una joya también algo divisiva firmada por el estudio finlandés Housemarque el año pasado. Este first party de Sony es especialista en shoot ‘em ups, pero cambió las naves por la exploración a pie de un planeta lleno de peligros, aunque todavía con miles de proyectiles que evitar (con una forma u otra, es un bullet hell) y regresos constantes al punto inicial.
Cada muerte es un nuevo principio, una nueva oportunidad para seguir explorando, para seguir encontrando mejoras, para seguir luchando y seguir dominando técnicas que nos sacan de debajo del fuego enemigo como el dash. Accediendo a nuevos biomas con estructuras alteradas de forma procedural. Aprovechando progresos para atajar —no todo se pierde con cada muerte— e intentando llegar un poco más lejos la próxima vez. En busca de una forma para salir del planeta para nuestra astronauta descarriada, o en busca de una explicación que racionalice mejor qué esta pasando para el jugador. Lo que sea que llegue antes, aunque solo lo hará si insistimos.
El componente de horror está presente en Returnal, y no solo en el temor a perder un buen recorrido en segundos; también en el diseño de entornos y enemigos, en el apartado sonoro, y en la angustia existencial que cada vez queda más claro que padece la protagonista. Las ruinas del planeta dejan entrever restos de una civilización ahora ausente y peinar niveles es muy importante a pesar de ese enfoque bullet hell, pero los descubrimientos rara vez ofrecen más respuestas que preguntas y la historia no tarda en volver la vista hacia nuestra heroína para invitar a la especulación.
Si no le cogemos el punto, puede ser frustrante, aunque de eso iba ya la idea, ¿no? De experimentar la inhospitalidad de otros mundos desde nuestro salón. De encontrarnos ante paisajes y enigmas difíciles de comprender hasta que nuestra mente se habitúa a ellos como la vista se habitúa a la oscuridad. Returnal hace ese truco por partida doble, pero empieza con el mando. Con la construcción orgánica de builds recorrido tras recorrido. Con la elección entre armas que solo podemos llevar de una en una. Solo superar ese desafío nos permite enfrentarnos al que viene detrás.
Signalis
Terminamos por hoy con el juego más reciente del grupo, una apuesta indie por el Survival Horror que se acaba de estrenar hace poco más de un mes. Y cuando decimos Survival Horror, queremos hacer especial énfasis en ello: cámaras predefinidas —aunque no fijas—, inventario limitado, gestión de recursos ajustados, puzles sesudos, guardados manuales, sobresaltos e imaginería grotesca, abundante backtracking, necesidad de mapa para orientarse, documentos relatando eventos anteriores a nuestra llegada... Jugar a Signalis es como volver a finales de noventa en el mejor de los sentidos posibles cuando hablamos de este género particular.
Sus gráficos también evocan otra era, aunque no por calcar la identidad visual específica de sagas como Resident Evil o Silent Hill en los tiempos de la primera PlayStation. El suyo es un estilo retro, pero propio, que le permite hacer mucho con una cantidad de recursos pequeña (ha sido creado por un par de personas), y es algo que se aplica incluso a un plano narrativo tan críptico como absorbente: siguiendo al accidente de una nave en un planeta remoto, nuestra protagonista se interna en una mina cercana para buscar a su compañera y las cosas no tardan en enturbiarse.
De hecho, si algo se puede decir de Signalis es que se compromete más con las fortalezas que caracterizaran en sus inicios al género que muchos grandes nombres que hemos visto en los últimos años. Tiene un aura de misterio meticuloso, provoca esa clase de delirio febril que no solo te empuja a cuestionarte si estás administrando bien la munición, o si has pasado de largo por la sala donde está el objeto clave que necesitas para progresar, también incluso si algunos de los eventos que ves o experimentas están pasando de verdad o son producto de alguna ensoñación.
Como Resogun, Signalis puede frustrar si no vamos tan a tope como él con su propuesta, o nos acercamos más atraídos por su ambientación y sus rompecabezas que por el combate: contra enemigos corrientes acierta con una retícula para críticos que ofrece más control que los apuntados automáticos de antaño, pero algunos grupos o jefes pueden desviar la atención de eso que lo hace realmente único e inquietante. Es durante la intrincada exploración, los momentos de satisfacción por avanzar y los ocasionales encuentros con otros personajes donde muestra su mejor cara y nos recuerda por qué este género tuvo tanto éxito décadas atrás.
- Aventura
- Acción
Signalis es una aventura de acción a cargo de rose-engine y Humble Games para PC, PlayStation 4, Xbox One, PlayStation 5, Xbox Series y Switch. Una experiencia clásica de terror y supervivencia ambientada en un futuro distópico donde la humanidad ha descubierto un oscuro secreto. Desentraña un misterio cósmico, escapa de criaturas aterradoras y saquea una instalación gubernamental fuera del mundo como Elster en busca sus sueños perdidos.