Memoria visual y nostalgia: cuando los juegos no eran tan buenos como recordamos
The Last of Us: Parte I ha reavivado el debate de si los remakes son necesarios o no... y lo cierto es que muchos juegos no eran tan buenos como recordamos.
El lanzamiento de The Last of Us: Parte I para PlayStation 5 en septiembre de 2022 reavivó el eterno debate sobre si los remakes de ciertos videojuegos son realmente necesarios. A este respecto vamos a hablaros sobre la memoria visual, y sobre una verdad incómoda relacionada con este concepto: muchos videojuegos no eran tan buenos como los recordamos por el factor nostalgia. Vamos allá:
¿Qué es la memoria visual? ¿Cómo se relaciona con los videojuegos?
La memoria visual es, como su propio nombre indica, la parte de la memoria que almacena e interpreta recuerdos captados por el sentido de la vista. Nos sirve para "reconstruir" mentalmente el aspecto de cosas que hayamos visto como pueden ser un lugar, un animal, una persona o un videojuego.
La reconstrucción de estas imágenes mentales y su fidelidad con respecto al objeto original depende de cada individuo, claro. Hay factores, como la edad, que deterioran las funciones y capacidades generales de la memoria. También está la cuestión de la idealización, que es lo que provoca que nuestros recuerdos no sean fieles a la realidad. La nostalgia, vaya.
Asociar un videojuego concreto a un buen recuerdo que tengamos (una tarde de partidas con los amigos cuando éramos niños, por ejemplo) provoca que nuestra memoria, en pos de preservar este recuerdo positivo, omita inconscientemente los detalles negativos. Y eso por no hablar los no pocos avances que ha habido en el sector a lo largo de los años; lo que antes eran limitaciones a nivel técnico o de control se han ido subsanando y depurando de forma paulatina. Algo a lo que también hay que sumar nuestro desconocimiento sobre el tema cuando éramos unos simples críos.
Caso de estudio: The Last of Us
The Last of Us: Parte I fue lanzado el 2 de septiembre de 2022 para PlayStation 5. Estamos ante un caso peculiar, puesto que el juego original, The Last of Us, fue lanzado en 2013 en PlayStation 3. Y un año más tarde, en 2014, fue lanzado en PlayStation 4 como The Last of Us Remasterizado.
Entendemos perfectamente el argumento de la "no necesidad" del lanzamiento de la versión de PlayStation 5 teniendo en cuenta que el título original ya fue remasterizado en PlayStation 4. Varios de los cambios que se llevaron a cabo en The Last of Us Remasterizado con respecto al lanzamiento original de PS3 fueron los que cabría esperar en un lanzamiento de estas características: mayor distancia de dibujado, mayor tasa de frames, diferentes opciones gráficas, y más.
Lo que ofrece The Last of Us: Parte I es, decisiones de diseño aparte, efectivamente otra "subida de nivel" con respecto a TLOU Remasterizado. Y, le pese a quien le pese, es, por ahora, la versión definitiva de The Last of Us, especialmente si lo comparamos con el original de PlayStation 3. Sucede que jugar al original en el contexto en el que estamos, y conociendo todas las mejoras que ha tenido en revisiones posteriores lo convierte en una experiencia incómoda.
Caso de estudio: Borderlands
Borderlands fue uno de los videojuegos más influyentes de la primera década del milenio en tanto que impulsó, prácticamente por sí mismo, el género del looter shooter. Su huella se percibe incluso en titanes contemporáneos como Fortnite.
En 2009, Gearbox Software lanzaba Borderlands en PC, PlayStation 3 y Xbox 360. Y este título tuvo un lavado de cara con todas las de la ley llamado Borderlands: Game of the Year Edition en 2019. Pero vamos a lo que vamos: nadie duda de que el videojuego original fuese tremendamente divertido. Quien escribe estas líneas le echó más horas de las que le gustaría reconocer.
Sucede que, efectivamente, esos 720p a 30 FPS (que ni siquiera eran estables) en Xbox 360 de 2009 no tienen ni punto de comparación con los 4K60 que se pueden alcanzar en Xbox Series X|S e incluso más si tenemos un PC en condiciones. Pretender jugar al original a día de hoy es un dolor, máxime teniendo en cuenta esos horrendos tiempos de carga. Algo a lo que no ayuda el tener que viajar constantemente de una zona a la siguiente.
Caso de estudio: Gears of War
Gears of War (2006) redefinió el género de los disparos en tercera persona con su revolucionario sistema de coberturas y su apabullante nivel técnico, todo ello posible gracias al indomable Unreal Engine. Al volver a jugarlo en una Xbox 360 quince años después nuestros buenos recuerdos se resquebrajan de forma brutal: el control y todo lo que atañe al movimiento de nuestro personaje son demasiado ortopédicos, abusa de la oclusión ambiental y de los tonos de colores grises y marrones (un tropo por suerte ya en desuso conocido como "real is brown", "lo realista es marrón"), y estaba horriblemente limitado tanto en cuanto a arsenal como en cuanto a modos de juego. El que fuera el buque insignia de Epic Games en la era pre-Fortnite se hunde al verlo desde un prisma moderno, y no es para menos.
En 2015 fue lanzado Gears of War: Ultimate Edition, una verdadera edición definitiva que no solo le daba un lavado de cara de acuerdo a los estándares visuales de entonces (de 720p se pasaba a 1080p, y los modos multijugador se movían a los tan ansiados 60 FPS además de texturas a mayor resolución), sino que además se añadieron funciones de títulos posteriores como marcar enemigos o la posibilidad de cambiar de arma en plena carrera.
En otras palabras: la mera existencia de la Ultimate Edition con sus añadidos y extras evidenciaban las limitaciones y lo mal que envejeció el original. Cierto es que Microsoft ha añadido mejoras a varios de sus títulos en la familia de consolas Xbox One (entre los que se incluye Gears of War), pero para hacer una comparativa que haga honor a la verdad, debemos ceñirnos a cada juego en su contexto original, con sus más y sus menos.
Caso de estudio: Game Boy Advance y varios de sus títulos
Game Boy Advance (2001) ha sido una de las consolas más exitosas y vendidas de todos los tiempos. El modelo original AGB-001 poseía una pantalla sin retroiluminación. Modelos posteriores paliaron este problema de distinta forma; el modelo AGS-001 de Game Boy Advance SP poseía un panel retroiluminado frontal, y el modelo AGS-101 de Game Boy Advance SP y Game Boy Micro usaban paneles retroiluminados traseros. Vamos a comentar lo evidente: jugar a una Game Boy Advance no retroiluminada en estos tiempos es algo extremadamente engorroso e incluso desagradable. Es un hecho, por muy buenos momentos que esta genial consola nos brindase en su tiempo.
La teoría nos dice que la experiencia de juego ideal de GBA es usar un sistema con iluminación trasera (este es el motivo por el que los modelos AGS-101 de GBA SP son los más cotizados por los coleccionistas), seguida de un sistema con iluminación delantera (la luz ayuda a ver todo mucho mejor, pero la iluminación frontal afecta mucho negativamente al tono y contraste original de los colores). Y en la cola estaría jugar a un modelo AGB-001 de Game Boy Advance. Es decir, sin iluminación de ningún tipo. Y esto por no hablar de la escena de modding, donde hay diversas opciones en cuanto a paneles IPS con distinta resolución e incluso niveles de brillo que los usados de fábrica por Nintendo en sistemas no modificados. Si mejoran o pervierten la experiencia de juego original depende de a quien le preguntes.
La cosa se complica si tenemos en cuenta que muchos videojuegos de Game Boy Advance fueron desarrollados teniendo en mente que iban a ser lanzados en una videoconsola portátil sin ningún tipo de iluminación en su pantalla. Y para terminar de empeorar las cosas, los kits de desarrollo primigenios de GBA no mostraban los colores del mismo modo en el que sí que los mostraba la propia consola, provocando que videojuegos de la primera hornada de GBA como Castlevania: Circle of the Moon (2001) se vieran demasiado oscuros.
Conclusiones y comentario final
En este reportaje no pretendemos menospreciar a ninguno de los videojuegos de los que hemos hablado. Al contrario; los apreciamos, pero siempre teniendo en cuenta su contexto y hardware originales. De lo que se trata aquí es de no dejar que la nostalgia nos ciegue. El pensamiento recurrente de que "cualquier tiempo pasado fue mejor" es falaz. Y si seguís sin estar de acuerdo, haced vosotros mismos el experimento. Id a vuestro trastero a desempolvar cualquier consola que tenga sus buenos años, y jugad a cualquier juego que recordéis con cariño. El resultado os sorprenderá, y seguramente para mal.
También debemos ser honestos y admitir que estar cada vez más acostumbrados a las facilidades y la falta de tosquedad en general nos hace muy cuesta arriba el revisitar videojuegos que tienen cierto tiempo. Pasa que de vez en cuando toca hacer coger el DeLorean porque nunca está de más saber de dónde venimos.
En resumen: hay relanzamientos, remasterizaciones y remakes de videojuegos que están justificados, otros que no, videojuegos que piden a gritos un lavado de cara y otros a los que es mejor no tocar porque son demasiado idiosincráticos y representativos de una época y un contexto muy concretos. Depende de cada uno de nosotros valorar si nos merecerá la pena hacer un desembolso en algo a lo que ya hemos jugado. En muchos casos es una terapia de choque; más nos hubiese valido quedarnos solo con el recuerdo y con el dinero. Y todo por la dichosa nostalgia.
Fuentes consultadas:
- Acción
- Aventura
The Last of Us: Parte I es el remake de la aventura de acción a cargo de Naughty Dog y Sony Interactive Entertainment para PlayStation 5 y PC con mejoras gráficas y de rendimiento. En una civilización devastada en la que infectados y supervivientes embrutecidos campan sin control, Joel, nuestro exhausto protagonista, es contratado para sacar a escondidas de una zona militar en cuarentena a Ellie, una chica de 14 años. Pero lo que comienza siendo una simple tarea pronto se transforma en un brutal viaje campo a través. Incluye The Last of Us y el aclamado capítulo previo, Left Behind, que explora los acontecimientos que cambiaron para siempre la vida de Ellie y su mejor amiga Riley.