Sara Hurtado: “Hay potencial y por eso quiero montar una escuela”
La patinadora Sara Hurtado analiza su carrera, cómo ha sido vivir en Rusia, las mejores experiencias y cómo afronta el futuro tras su retirada este año.
Sara Hurtado, patinadora sobre hielo madrileña y que ha residido en Moscú durante los últimos seis años junto a su compañero Kiril, ha decidido colgar los patines y lanzarse en nuevos proyectos. Tras siete campeonatos de España y participación en los JJ.OO de Socchi y Pyongyang, Mundiales y Europeos, analiza su carrera y sus planes de futuro.
- ¿Cómo han sido estos últimos meses en Moscú?
Han sido unos meses de sensaciones muy desagradables: miedo, cambios inesperados, no saber qué va a pasar, no sabíamos cómo íbamos a poder gestionar los entrenamientos… Muy duro, ha sido el momento más inestable de nuestras carreras, sin duda.
- ¿Tenía tomada la decisión de retirarse antes o ha sido a consecuencia de todo lo ocurrido?
Ha sido un poco todo. Esta última temporada olímpica ha sido muy dura, el calendario, la carga física… Son muchos años en la élite y ya estábamos exhaustos, no teníamos la misma motivación y estábamos muy satisfechos con la carrera que hemos tenido. Además, nosotros si competíamos no era para hacerlo a ‘medio gas’. Todo esto, unido a lo que se ha ido desencadenando fue lo que nos empujó a dejarlo.
- ¿Cómo es la vida tras la retirada?
Esta vida la estoy conociendo estas semanas. Es algo complicado y a los deportistas no nos preparan para el final de la carrera, aunque ya sepas que se acerca el final. Nunca estás suficientemente preparado para asimilarlo. Es un tema del que se habla muy poco a los deportistas. Además, nuestras carreras no están acreditadas de ningún modo (máster, carrera…) y es muy difícil saber por dónde tirar cuando has dedicado muchísimos años a tu país y de repente tienes que empezar de cero o justificar tus habilidades porque no formas parte de la sociedad. Es nuestra vida, es lo que conocemos y llevamos haciéndolo desde que tenemos 8 años, es bastante complicado adaptarse.
- ¿Qué planes o proyectos tiene pensados de ahora en adelante?
Tenemos pensado montar una escuela. Kiril y yo hemos visto el potencial que hay y el crecimiento que está habiendo. Y es algo complicado porque hay que competir con muchas cosas: deportes de equipo con más facilidades y el entretenimiento de los niños, que ha cambiado; hay que competir contra las ‘pantallas’: Netflix, Twicht, Plays… El ver que la escuela de Majadahonda o Madrid tienen listas de espera quiere decir que algo se está haciendo bien. El objetivo es que los niños que empiezan no tengan que salir de España para poder llegar a la élite, porque eso es muy duro
- Muchos deportistas olímpicos se quejan de las pocas facilidades que ponen desde las diferentes instituciones, ¿cómo es esto en Madrid, se pueden lograr objetivos y avances o es complicado?
Realmente los patinadores hemos salido adelante gracias a nuestras familias. El apoyo institucional es muy complicado, tienes que llevar los resultados por delante como aval para demostrar que eres válido. Es muy complicado. Yo no digo que seamos deportes minoritarios sino deportes emergentes. El patinaje es mucho más que resultados: es ocio, entretenimiento, hacer equipo… Lo primero es que se conozca y luego el resto va a llegar, a los niños les encanta todo (la música, aprender nuevos movimientos, etc)
- Ha tenido dos compañeros deportivos fundamentales, Adriá y Kiril Jaliavin con el que ha puesto fin a su carrera deportiva, ¿con qué se queda de cada uno?
Adri es una persona con mucho carisma y Kiril es un tipazo, una persona muy leal y tremendamente trabajadora. Como patinador, Kiril me parece de lo mejor ha habido en muchísimos años; como compañero es un seguro de vida, es una persona muy cercana cuando lo conoces.
- Ha estado viviendo en Rusia durante los últimos años, ¿cómo ha sido ese periplo ruso y qué diferencias deportivas ve entre un país y otro con respecto al patinaje?
Vivir en Moscú ha sido espectacular. El prejuicio europeo del mundo ruso no es muy acertado. El creer que son fríos, todo un poco gris… No es nada correcto. Yo me he encontrado buenísima gente, cercana, con gran sentido del humor, no somos tan diferentes. De primeras guardan las distancias, pero hay que entender su contexto (guerras constantes, inestabilidad), no pueden ser igual de abiertos que nosotros, son más desconfiados. Pero Moscú es increíble, hay mucha vida, todo está abierto 24 horas. Me da mucha pena que esté pasando esto porque ahora va a ser muy complicado poder viajar.
- ¿Qué se traería de Rusia a España si pudiera?
En cuanto a lo deportivo, me traería muchas cosas, sobre todo el cómo tratan a los deportistas. Allí eres funcionario porque entienden que estás trabajando para su país, entonces ponen facilidades para todo (entrenamientos de verano, coreógrafos, equipamiento…) Se encargan de que estés preparado para todo. En Rusia el patinaje es un deporte top para todos, hay mucho conocimiento desde que los niños son pequeños.
- ¿Qué torneo internacional (JJ.OO, Europeos, Mundiales) ha sido más especial para usted?
El último europeo porque es la última sensación que recuerda mi cuerpo en una pista, dimos todo, no nos dejamos nada en el tintero. Estaban mis padres acompañándome, fue muy especial y más teniendo en cuenta que fue la última. Creo que es la vez que más orgullosos hemos salido. Pero cada torneo tiene su momento especial y un recuerdo distinto.
- Hay ejemplos como Nadal o deportistas que dominan sus disciplinas con una facilidad pasmosa, ¿es difícil mantener la motivación para continuar ganando, teniendo en cuenta los 7 campeonatos de España que usted ha logrado?
Cada competición es diferente, no es lo mismo una victoria tras una lesión o un momento complicado que una en la que vas con toda la confianza a por todas. Cada una es distinta, solo uno mismo sabe lo que le ha costado lograr sus objetivos. No creo que Nadal esté acostumbrado a ganar porque siempre hay algo más, la clave es querer superarte a ti mismo. Cada vez eres más consciente de lo que eres capaz y todas las competiciones son especiales.
- ¿Cómo se gestiona la presión de tener que rendir para solo unos minutos tras todo el trabajo de meses o incluso años?
Confiando muchísimo en tu entrenamiento y en la sabiduría de tu cuerpo. Muchas veces la mente te juega malas pasadas: pensando que te puede ir mal, que no estás preparada… Eso lo crea la cabeza, la mente te activa el modo alerta y busca anticiparse a todo lo que puede ir mal, pero cuando te das cuenta de que eso no es constructivo, empieza a callar la mente y dejar que tu cuerpo haga el trabajo que llevas entrenando durante meses. Por eso los entrenamientos son cruciales en cualquier circunstancia.
- ¿Cómo es vivir una cita olímpica?
Es algo indescriptible, alcanzar un sueño de toda la vida. Son 15 días en los que, para mí, es el deporte en mayúsculas. Todos vamos representando a nuestros países, es todo muy cercano. Por ejemplo, puedes estar desayunando con un deportista que acaba de llegar de la montaña con una medalla y te echas unas fotos o cualquier cosa. Es muy divertido ya vayas buscando medallas o sean tus primeros Juegos, cada uno tiene algo por lo que luchar y estar orgulloso.
- ¿Cómo es la vida dentro del entorno del patinaje?
Al ser un deporte en el que te juzgan otras personas, la presión es para los jueces. Tú te ocupas de hacerlo lo mejor posible. Entre nosotros sabemos que estamos todos en la misma situación. Muchas veces ocurre que alguna pareja recibe una nota menor a la esperada y entre todos nos animamos cuando no salen las cosas y nos felicitamos cuando salen muy bien, es bastante sano.
- ¿Cuál diría que ha sido su mejor año a nivel competitivo?
No sabría qué decirte porque ha habido años en los que nosotros nos sentíamos muy bien pero luego no darse las cosas como esperas. Es también la dificultad añadida de que no ‘depende de ti’ sino que es una puntuación realmente. No es como llegar a la meta en una carrera, influyen muchas cosas. Pero yo creo que el año que más nos hemos sorprendido fue el año olímpico y el posterior, cuando conseguimos una medalla en un Grand Prix. Fue el momento en el que nos dimos cuenta de que éramos parte de la élite, de los mejores del mundo.
- Al ser un deporte por parejas, habrá días en los que usted o su compañero no estén al 100%, ¿cómo consiguen darle la vuelta a la situación y lograr la motivación necesaria?
Por eso yo digo que es el equipo más esencial que existe. Es un hombre y una mujer trabajando por un mismo objetivo. En esos días en los que uno no está en su mejor momento es fundamental la comunicación, buscar sacar lo mejor el uno del otro. Si tienes un mal día tienes que reconocerlo porque si no, luego se acumula y explotas. Tienes que intentar que los dos estemos lo más cómodos posible, apoyándonos, entendiéndonos y poniendo el objetivo común por encima de todo.
- Cuando echa la mirada atrás, ¿ve muchas diferencias desde el momento que usted empezó a interesarse por el patinaje y actualmente? ¿Ha crecido el interés? Además, tanto usted como Javier Fernández han puesto su deporte en el mapa deportivo español.
Me gustaría creer que sí. Creo que tiene mucha importancia el efecto referente. Cuando ves que es posible y que alguien lo ha conseguido es cuando te motivas y tienes algo que admirar y que te motiva. Nosotros no hemos tenido esa suerte, eran siempre internacionales o de otros deportes. Facilidades no lo sé, hay más entrenadores, más cantidad de niños, los campeonatos son más extensos aunque siempre gane Madrid (se ríe). Poder viajar a San Sebastián, a Logroño a conocer a otros niños que compiten en otras comunidades es muy divertido para los ellos. Ahora hay mucha más involucración en todos los niveles.
- ¿Cree que hay buena cantera en Madrid?
Sí, mucha. Sobre todo por el tiempo que le dedican las pistas a la competición. El problema en España es que las pistas no son de gestión pública, entonces se busca el beneficio económico y no tanto el deportivo cuando la realidad es que para llegar a altos niveles se necesita una pista para menos gente. La Nevera de Majadahonda ha logrado sacar grandes patinadores y disciplinas (danza sobre hielo, hockey femenino, patinaje sincronizado…). De hecho, nuestra especialidad (danza sobre hielo) apareció por La Nevera de Majadahonda que, gracias a que cubrieron gastos y nos apoyaron pudimos desarrollar nuestra disciplina. Incluso nos trajeron a John Dunn, un entrenador británico, para poder entrenar.