JUEGOS OLÍMPICOS 2024

Sueños de agua

Paula Ruiz (aguas abiertas), Silvia Mas (vela) y Antía Jácome (piragüismo), con grandes expectativas, inician su camino hacia los JJ OO de 2024.

DANI SANCHEZDIARIO AS

Entre risas y con una complicidad que se percibe a leguas, Paula Ruiz, Silvia Mas y Antía Jácome charlan amistosamente. Anécdotas pasadas por agua, seguramente. O, simplemente, vivencias de juventud. Con 23, 25 y 22 años, respectivamente, las tres han sido olímpicas. Con resultados prometedores en Tokio, ahora avanzan hacia París como un tsunami. En sus primeros Juegos, tras dos campeonatos mundiales de aguas abiertas en categoría júnior, Paula llenó el saco de la experiencia; Silvia, campeona del mundo en vela (470) junto a Patricia Cantero, se quedó con ganas de más; Antía, quinta en Japón en piragüismo (C1 200), con la sensación de que su diploma podría haber sido metal. 

"Aprendí mucho de las 'perras viejas' y París sé que es un momento óptimo para mí, porque iré con 25 años", explica Paula a AS. Una sensación compartida por Silvia y Antía, que, mientras continúan con sus bromas internas, se unen a la conversación con este periódico. "Después del resultado de Tokio y del Mundial (subcampeona un mes después), tengo muchas ganas de seguir sumando. Ojalá pueda estar en París, pero antes hay que lograr la plaza nacional", añade la regatista gallega. Afincada en Sevilla, donde llegó con quince años, comparte aguas con Paula, malagueña y, en un fortalecedor regreso a casa, entrenando en una Andalucía donde ya es historia: en 2021, se convirtió en la primera nadadora (hombre o mujer) olímpica en aguas abiertas de la comunidad. "Me quedaría allí a vivir porque el Guadalquivir es genial para entrenar. Llevé muy bien llegar tan joven... ¡con esa edad quieres separarte de tus padres, volar y que no te echen broncas! Ahora es cuando empiezo a echar de menos a la familia", confiesa Antía con morriña. "Puedo entrenar en la piscina, pero tengo la playa a 50 metros. Es algo que otras nadadoras no tienen", celebra Paula.

La sonrisa permanente de Silvia Mas y Paula Ruiz.DANI SANCHEZDIARIO AS

Un torrente de emociones

Posan para la cámara con precaución. Silvia, que se coloca en posición central, fue operada hace dos meses de la rodilla. Por delante, cinco más de rehabilitación. Una lesión inoportuna, como todas, que obligó a la deportista catalana a pasar por el quirófano el mismo día que tenía planificado arrancar sus entrenamientos junto a Nico Rodríguez, bronce en Pekín y su nuevo compañero de 470. En París, la modalidad pasará a ser exclusivamente mixta, un reto prometedor. "Tengo mucha suerte, porque con Nico ya llevo unos cinco años entrenando. La verdad es que nos conocemos un montón. Tenemos algo ganado, pero dentro del barco, tan, tan juntos... es otra cosa. Tenemos expectativas altas, eso sí", confirma segura. Tiene motivos para estarlo. Lo de competir y compartir con chicos lo tiene por mano... "En mi casa tengo cuatro hermanos, así que en ese aspecto... va a estar guay", asegura con una sonrisa que contagia ilusión. 

Una vez recuperada, aunque ahora tampoco pierde el tiempo ("con la lesión, hemos empezado a trabajar otros aspectos, como el mental"), cogerá el timón en medio de un temporal de emociones. En el Mundial de La Haya, España deberá confirmar su plaza olímpica; tras él, Silvia y Nico tendrán como rivales a Jordi Xammar y Nora Brugman. Un cóctel de sentimientos. Jordi tocó metal en Tokio junto a Nico, amigo de la infancia de Silvia, como Nora. "Va a estar interesante. Hemos decidido que vamos a entrenar juntos, compartimos entrenador, para luchar por la plaza española. Tenemos claro que, se clasifique quien se clasifique, las dos parejas se quedarán hasta el final para ayudar", explica. De momento, queda lejos. El primer paso, hasta entonces, será encontrar el equilibrio con su nueva pareja deportiva, donde los roles, de origen, ya están muy claros. "Nico es muy tranquilo. Con los cuatro chicos en casa me he tenido que defender de una manera u otra... así que eso es un poco cierto, sí", confirma con una mueca amable al ser preguntada sobre si, como se rumorea, Rodríguez es la calma... y ella la tormenta. 

Antía Jácome, con la mirada puesta en París.DANI SANCHEZDIARIO AS

El valor de la experiencia

Si sales a navegar, no te canse el preparar. De todo un maestro en el mar, tal como te llega lo has de dar. En calma de mar no creas, por sereno que lo veas. O quien ande por el mar, aprenda a rezar, para los más temerosos. El refranero popular es vasto en sus referencias en relación al mar y, en casi todos los casos, apunta hacia un mismo destino: la experiencia y su necesidad. En Tokio, seguramente, fue lo único que les faltó a Paula y Antía. La primera, que terminó 16ª, se bloqueó al recibir una advertencia; la segunda, se quedó a un impulso del podio. "En Tokio estuve muy cerquita de la tercera... ¡Y de la primera también!", exclama la pontevedresa, que no huye de las expectativas que su actuación genera de cara a País: "Me gusta porque es una señal de que la gente ve que puedo. Me motiva. Y si hay alguno que no cree en mí, pues más motivación para demostrarle que sí puedo", explica energética, como es. "Yo preparé todo lo que se puede entrenar, pero no estaba lista para un momento psicológico así en unos Juegos. Ahora...", deja intuir Paula. Ahora, los sueños de agua se pueden hacer realidad en París. 

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