Amanda Serrano derrota a una valiente Miram Gutiérrez
Amanda Serrano se impuso, por decisión unánime, a Miriam Gutiérrez en el coestelar del Jake Paul vs Woodley 2. La española resistió los envites y demostró su casta.
Miriam Gutiérrez sumó otra guerra a su currículum. Dio la cara ante Katie Taylor en 2020 y un año después, en Tampa en el coestelar del Jake Paul vs Tyron Woodley 2, dio una batalla todavía mayor frente a Amanda Serrano. Pocos en Estados Unidos daban la chanza a la española, pero la campeona mundial en siete divisiones siempre la respetó. Sabía de lo que era capaz y Miriam lo demostró en el ring. Cayó a los puntos de manera clara (99-90, 99-91 y 100-90), pero nunca se rindió y supo aguantar todos los envites. Fue a dar una guerra y cumplió durante diez rounds.
Uno de los peores momentos de la pelea para la española fue el primer asalto. Miriam salió y conectó un crochet de izquierda potente, pero Serrano fue un torbellino después. Empezó a sacar mucho ritmo y Gutiérrez se tuvo que arrugar y capear el temporal. Fue sacando manos a la contra, no podía pararse porque era la visitante y el árbitro podía intervenir. El segundo asalto tuvo la misma dinámica, pero en la tercera todo cambió. Serrano se dio cuenta de que no iba a ser un trabajo rápido y contemporizó.
Serrano trabajó muy bien al cuerpo y Miriam nunca tuvo complejos. Cruzó golpes siempre que pudo. Era su plan y lo trazó a la perfección. Impactó con manos muy claras, pero Amanda las resistía como si nada para después llegar con mayor volumen. El otro punto crítico para la española llegó al final. La campeona en siete divisiones incrementó el ritmo en el séptimo asalto y de nuevo Miriam no tuvo más remedio que aguantar. Quedaban tres asaltos y Serrano se reservó para el final. Ahí sacó todo y Miriam le aceptó la guerra. Metió golpes, pero sufrió, sobre todo abajo. Aún así, Miriam siempre dice que "los golpes mas duros no son el ring" (fue maltratada por su pareja cuando era adolescente y estaba embaraza de su hija). Esa casta volvió a relucir. La diferencia de nivel era clara, el órdago sabía que era grande... pero no cejó en su empeño. Al acabar, Amanda Serrano le reconoció su valía. De guerrera a guerrera.