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UFC

El ocaso de Conor McGregor

Conor McGregor ha evidenciado en sus dos últimas peleas una bajada drástica en su rendimiento. Muchas voces le piden irse. La UFC piensa en Poirier de nuevo.

Conor McGregor en el UFC 264.
Conor McGregor en el UFC 264.USA TODAY Sports

La imagen de Conor McGregor saliendo en camilla del octágono tras su combate ante Dustin Poirier en el UFC 264 dio la vuelta al mundo. El icono es global, por lo que no hay nadie que haya hablado de eso. Y esa fama del irlandés, precisamente, ha desviado el foco de lo que realmente debe tener en cuenta el luchador. Su ocaso es evidente. Sin lesión de por medio, todo apuntaba a que Conor iba a ser noqueado, al igual que en enero. El 'Diamante' le tenía controlado y el castigo que le infligió en la primera parte de la pelea fue la prueba. Va tiempo de plantearse el futuro en serio.

Las idas y venidas de McGregor, que se ha retirado de manera oficial tres veces, han sido constantes en los últimos tiempo y eso le ha afectado en su rendimiento (ha tenido problemas, reconocidos, con el alcohol y se ha visto envuelto en muchos problema extradeportivos). La trilogía contra Poirier era su última oportunidad y no se puede decir que la haya desaprovechado... pero el resultado no es bueno. Parecía que el irlandés se había preparado a conciencia, pero volvió a mostrar las mismas carencias que hace seis meses: falta de distancia, menor velocidad de la que acostumbra y, lo más importante en un pegador, no aterra a su rival porque no conecta tan duro y cuando lo hace sus oponentes son capaces de resistir.

Eso, sumado a los ceros de su cuenta bancaria hacen el resto. Su ego es muy grande y afirmó que estaba en la jaula porque es lo que ama, pero no se pelea igual siendo un humilde fontanero que tras ganar 180 millones de dólares en 2020. Todo suma y la imagen que dio 'The Notorious' fue preocupante. Por todo eso y también por su fragilidad. Primero de encaje y luego física. En enero, Poirier también le dañó la misma pierna, aunque en esa ocasión no se lesionó. Son señales que él debe valorar y meditar mucho. Tiene 32 años (hace 33 el miércoles), pero en las MMA hemos visto estos ocasos precoces otras veces (el más evidente el de Ronda Rousey) y es un deporte al que no se puede jugar. De momento, su jefe, no le ha metido presión. Pese a ser arrollado en tres de sus últimas cuatro peleas, Dana White piensa en otro capítulo más contra Poirier... al menos de momento.