Javier Lozano: "Hace 20 años el modelo español empezó a calar"
El que fuera seleccionador y actual presidente de la LNFS repasó como fue la victoria de España en el Mundial de Fútbol Sala ante Brasil hace 20 años en Guatemala.
"Pusimos nuestro granito de arena en la autoestima nacional y demostramos que España en deportes de equipo también podía se campeón del mundo". Es una de las reflexiones que Javier Lozano hace del primer título que la selección de fútbol sala ganó el 3 de diciembre del año 2000 en Guatemala frente a Brasil
Lozano, que preside la Liga Nacional de Fútbol Sala desde 2009, recordó en una entrevista con EFE que la derrota justo cuatro años antes frente a los brasileños en el San Jordi y los problemas que tuvo el equipo, como la lesión de sus dos primeros porteros durante el campeonato, le "reafirmaron" para lograr un Mundial que cambió la percepción de este deporte en España e internacionalmente.
- ¿Qué recuerdos le quedan 20 años después?
- Guardas detalles con especial cariño porque en España sirvió para llamar la atención de un deporte que era como 'futbito' 'majete', 'simpático' y la gente volvió los ojos, empezó a preguntar y supo que entrenamos como profesionales. Fue un reconocimiento interno a nivel nacional y también internacional. Hasta entonces el único modelo que existía era el brasileño y descubrimos un nuevo método de entender el fútbol sala, con mucho más tinte organizativo que talentoso y a partir de ahí empezamos a exportar técnicos, conferencias, charlas... El modelo español empezó a calar en todo el mundo y ahora mismo tiene un grandísimo peso.
- ¿Cuándo llegaron a creer que podían ganar el título?
- Cuando jugabas con Brasil jugabas contra el síndrome del ídolo y cuando idolatras algo piensas que no es de carne y hueso. Teníamos la experiencia de haber perdido con ellos el Mundial de España y analizándolo fríamente revisamos lo que habíamos hecho mal y con eso y unas dosis de autoestima muy elevada, porque desde el primer momento teníamos mucha confianza en que se podía, se dieron las circunstancias. Todas las dificultades que hubo, que hubo muchas, nos hicieron más fuertes y nos reafirmaron en que era nuestro momento. A posteriori parece una fantasmada, pero es verdad.
- Dentro del equipo hay quien piensa que fue clave una visita que hicieron en Nicaragua a un centro para niños enfermos graves y una charla suya, ¿lo comparte?
- R: Los comienzos fueron complicados porque dejamos fuera a Javier Lorente, que era un jugador muy veterano, con mucho peso, porque su comportamiento iba en contra de la filosofía del equipo y eso generó muchísimos ataques a mi persona y desestabilización al grupo. Cuando llegamos allí el equipo estaba confuso, muy dividido y entonces vino la visita a la granja que nos hizo ver lo privilegiados que éramos. A partir de ese día cambió la disposición del grupo, a entrenar mucho mejor, a salir todo juntos y fue un elemento de cohesión.
Después se nos lesionaron los dos porteros titulares en el primer partido de la segunda fase. En el calentamiento el segundo portero se fracturó un dedo de una mano y al final Luis Amado se rompió un dedo del pie. Esa noche fue muy dura, notamos que el equipo bajaba los brazos y hubo una charla muy emocional, muy fuerte de la salimos muy reforzados y convertimos un problema en una motivación. Ya no luchábamos solo por quedar campeones nosotros, sino porque nuestros compañeros que no podían participar también lo fueran.
- ¿Qué rasgos destaca de aquel grupo?
- Era un equipo sobre todo equilibrado tácticamente porque manejábamos muy bien el equilibrio entre defensa, ataque y transiciones, muy sólido y emocionalmente muy estable. No nos dejábamos alterar ni por los inconvenientes ni por la euforia. Cuando ganábamos bajábamos la euforia y cuando no salían bien las cosas el equipo tampoco se rasgaba las vestiduras, confiaba mucho en su trabajo tanto en el terreno de juego como en el mental. En la final hay un detalle cuando Brasil se pone por delante. El equipo no se descompuso, siguió auténticamente igual, confiando en que íbamos a empatar. El equilibrio es la palabra clave.
- ¿Cómo llegaron a conseguir eso?
- Eso es un trabajo después del Mundial de España, que lo perdimos con un cóctel de emociones, con 19.000 personas en el San Jordi. Cuando no dominas las emociones, te genera precipitación, ansiedad y eso lleva a errores. A partir de ahí el cuerpo técnico profundizamos mucho en la psicología deportiva, la neurociencia y la inteligencia emocional. Empezamos a empaparnos de esas herramientas y a aplicarlas día a día, a trabajar la visualización e cuando tienes miedo, intentar dominar la ira o el cabreo en situaciones. Esto fue en el 97, en el 2000 éramos un equipo totalmente maduro.
- ¿Y de la final, qué detalles tiene?
- Yo también tuve que hacer trabajo de visualización para no descentrarme en un pabellón abarrotado y con mucho seguimiento desde España. Pero solo me acuerdo de cuestiones técnicas, el único foco que tenía era el partido y aplicar todo lo que había previsto, qué quinteto tenía que estar en cada momento según el resultado, era estrictamente deportivo no me acuerdo de nada del entorno. Y una vez que ganamos hice lo contrario, como no sabía si se iba a volver a dar en mi vida en vez de celebraciones me dediqué a captar todos los detalles, la grada, donde estaba mi mujer, nuestros aficionados, como disfrutaban los chicos en el podio... Intenté grabar un montón de fotogramas que es el álbum que se queda en la mente toda la vida.
- ¿Perdura la sensación de ser campeón después del tiempo?
- Hay un jugador que siempre nos repite que no se nos olvide nunca que cuando eres campeón del mundo lo llevas en tu ADN para toda la vida en todo lo que tu hagas. Posiblemente en aquella época caló tanto en la sociedad porque históricamente España éramos los del casi y eso hizo que la gente lo celebrara, se identificara y lo recuerde. Pusimos nuestro granito de arena un poco en la autoestima nacional. España en deportes de equipo también podía ser campeón del mundo y después lo fueron el balonmano, el baloncesto y el fútbol, pero por ser los primeros generamos un sentimiento de simpatía.
- ¿Qué queda de aquel equipo, mantienen algún vínculo?
- Todos los 3 de diciembre hemos intentado vernos y estar en contacto. A los diez años escribimos un libro, "El origen de las estrellas" en el que cada uno escribía un capítulo y este año teníamos preparada una cosa muy bonita, pero la pandemia nos lo ha echado abajo. Vamos a hacer cositas y vamos a tener nuestro particular reconocimiento. No hace falta que nadie nos de homenajes, nos lo hacemos nosotros mismos.