Wilder, examen contra Fury con Joshua en el horizonte
Deontay Wilder y Tyson Fury se juegan este sábado el WBC del peso pesado. El ganador se convertirá en el aspirante número uno a pelear con Anthony Joshua.
El billete para la primera unificación de la historia en los pesos pesados se valida este sábado en el Staples Center de Los Ángeles. El rey de la división, Anthony Joshua (posee tres de los cuatro títulos) espera rival el 13 de abril en Wembley. Deontay Wilder (40-0, 39 KO) y Tyson Fury (27-0, 19 KO) quieren estar allí. Por ello se juegan el cuarto cinturón de la categoría, el regulado por el Consejo Mundial de Boxeo. Después tocará lo más difícil de este deporte, negociar, pero eso será a partir del domingo. Este sábado la guerra está servida.
Ambos han dejado claro en la previa que la batalla se producirá desde el primer minuto. “¿Alguna vez has mirado a un asesino a los ojos?”, es sólo alguna de las lindezas que Wilder ha espetado a Fury. Han sabido vender su pelea y la expectación es máxima. No en vano se enfrentan dos buenos boxeadores, pero siempre han sido cuestionados por los fans.
Wilder parte como favorito en las apuestas de manera justa, pues hoy expone su cinturón por octava vez. Comenzó a boxear con 20 años para pagar los cuidados médicos que su hija, nacida con espina bífida, necesitaba. Desde el inicio destacó por su velocidad y su pegada... la técnica es otra cosa. Tiene fisuras, mucho que mejorar, pero ha resuelto sus problemas hasta el momento con su dinamita. Sólo Stiverne (2015) aguantó todos los asaltos. Su estilo y la elección de sus rivales ha sido siempre el centro de las críticas. En marzo demostró casta y calidad contra Luis Ortiz. Ahora tiene el mayor examen de su carrera. Se lo juega todo.
Mientras, en el bando de Fury las dudas se centran en su estado físico. Ha perdido más de 50 kilos en un año para poder volver a disputar un Mundial, pero habrá que ver la respuesta de su organismo a los golpes de Wilder. Su adicción a las drogas y al alcohol (le costó los tres cetros que le ganó a Klitschko en 2015) parece que no le ha pasado factura, pero una cosa son los entrenamientos y los dos combates de rodaje que ha hecho en 2018 y otra muy distinta es enfrentarse a un púgil de primera línea.
Los dos tienen estilos contrapuestos. Wilder se planta y, con la guardia baja, tira de velocidad de reacción para esquivar golpes y lanzar los suyos. Aunque no es capaz de atinar combinaciones largas cuando se ve en apuros, con un golpe le basta. Por su parte, Fury disfruta moviéndose por el ring y jugando en la distancia. Arriesga poco, pero encandila. La clave estará en el británico. Si el físico le aguanta tendrá opciones, como se plante y cruce golpes lo tiene crudo. Contundencia o movilidad, dos caminos para llegar a Wembley. Sólo uno triunfará.
Joshua, el rey del peso pesado espera a Wilder en Wembley
Los pesos pesados se han convertido en un gran tablero de ajedrez. Hay dos reyes, Anthony Joshua y Deontay Wilder. El británico avasalla con diferencia por justicia. Es campeón mundial desde 2016, ha ganado las 22 peleas que ha disputado, noqueando a 21 de sus rivales. Quiere ser el único rey del juego y por eso sabe que tiene que ir a por los mejores. Primero retiró al monarca de la última década, Wladimir Klitschko, después unificó tres de las cuatro coronas ante Parker. Domina en el ring y en la taquilla, ya que es capaz de llenar estadios de fútbol. Su último duelo, contra Povetkin, lo vieron in situ 90.000 fans en Wembley.
Para ser leyenda debe tocar Estados Unidos, la meca del boxeo. Joshua no quiere pelear allí, disfruta cuando compite frente a los suyos. Por ello, y para generar expectación en ese país, sabe que debe ir a por su campeón, Wilder. Lo lleva persiguiendo un año. Su reconocimiento mundial llegará cuando quiebre el mando yanqui en la división. La victoria de Fury trastocaría sus planes. Reino Unido se paralizaría, pero al otro lado del Atlántico la repercusión sería poca. Una pelea en Estados Unidos o en la que se mida con un estadounidense, esos son los únicos caminos para que cumpla su promesa: ser el único rey de los pesos pesados.