Seve Ballesteros hizo magia hace 25 años en Crans-Montana
El 5 de septiembre de 1993 el cántabro logró un golpe de leyenda. As recorre el hoyo 18 del campo de Crans-Montana en Suiza, que lleva el nombre del español.
Crans-Montana transmite glamour longevo. A lo Roger Moore en James Bond. Está en el cantón del Valais, en los Alpes suizos, a 1.500 metros de altitud. Espacio de retiro de millonarios de cuna, de aristócratas de la vieja Europa. Estación de esquí en invierno, paraíso de golfistas cuando la nieve da un respiro. Allí hablan francés, algo de alemán, casi todos inglés y pocos español. Pero hay un nombre cervantino que pronuncian a la perfección: Severiano Ballesteros. Así se llama su campo de golf, allí ejecutó el cántabro un golpe de leyenda hace hoy 25 años.
Este jueves comienza la 82º edición del Omega European Masters en Crans-Montana. Cinco españoles lo han ganado. El primero Manuel Piñero (1976 y 1981), el último Miguel Ángel Jiménez (2010). También Sergio García (2005), Jose María Olazábal (1986) y Severiano Ballesteros (1977, 1978 y 1989). El de Pedreña fue feliz en Crans-Montana e hizo felices a sus seguidores. A él le dedicaron la primera de las 50 placas del ‘Camino de las Estrellas’. Y no por sus tres títulos ni tan solo por su aportación al diseño del recinto. Allí dejó un legado eterno. Fue un 5 de septiembre de 1993. Ese día hizo un golpe increíble. De mago. De leyenda.
Ballesteros, a sus 36 años, jersey azul y cuello rojo, llegaba al hoyo 18 (374 metros, par 4) tras cinco birdies consecutivos. Depósito de confianza lleno y opciones de adjudicarse el torneo. Pero su golpe desde el tee se desvió más de 30 metros a la derecha de calle. La bola cayó entre pinos y a cuatro palmos de un muro de hormigón de dos metros y medio de altura. Billy Foster, su confidente y caddie, le aconsejó lo que la naturaleza y la razón indicaban que había que hacer: salir de la encerrona, volver a calle.
Allí donde cayó la bola, hay en la actualidad un monolito como recuerdo a “un golpe mágico”. Desde ese lugar cuesta imaginar que alguien pensara lo contrario a lo que Billy Foster le propuso a Ballesteros aquel día. Más increíble aún es que llegara a ejecutarlo. Porque el muro se te viene encima, las ramas apenas dejan espacio a los rayos del sol y te sientes como en una jaula con barrotes de tronco de pino. Pero los genios hacen lo que pocos imaginan y Seve lo era.
“Billy, tengo el golpe. Dame el pitching wedge”. Así relataba la experiencia Billy Foster hace unos años: “Se puso en cuclillas y jugó un golpe que solo puede ser descrito como un milagro”. Con la mitad de swing golpeó por encima del muro. Lo hizo a través de un hueco entre ramas del tamaño de un plato. Con ese golpe, su segundo, además de los pinos y el muro, superó un obstáculo de agua y dejó la bola a un metro del antegreen. Entonces ejecutó un chip excelso que fue directo al hoyo. Birdie. Inolvidable su celebración. Reverencia de todos los presentes. Palabra de Billy Foster: “Ha sido el momento más grande de todos mis años como caddie”.