De Chattie Cooper a Mireia, las mujeres ganan sitio en el Olimpo
Los primeros Juegos con presencia femenina fueron los de París en 1900 (2,2%) y a partir de ahí no ha dejado de crecer hasta el 45% de 2016.
"Allí abajo corrían once desgraciadas mujeres, cinco abandonaron antes del final y otras cinco tan pronto como cruzaron la meta". Aquella exageración y manipulación del periodista John Tunis prendió la mecha de la suspensión por parte del COI de la prueba de los 800 femeninos hasta Roma 1960. Un caro peaje para las amantes del atletismo, que se habían asomado por primera vez en los Juegos Olímpicos de 1928 en Amsterdam. La germana Lina Radke logró un oro en los polémicos 800 y sólo 12,2 segundos le bastaron a Elizabeth Robinson para coronarse en los cien metros, ataviada con su falda y su chaleco. De los 2.883 participantes, sólo 277 eran féminas para las que se había levantado el coto al atletismo, uniéndose así los 100 metros, 800, relevos 4x100, salto de altura y lanzamiento de disco a otras disciplinas ya aceptadas como la natación y los saltos de trampolín. Por entonces, las mujeres también se estrenaron en esgrima y en gimnasia artística, donde la italiana Luigina Giavotti conquistó una plata junto a su equipo a sus 11 años y 302 días, algo por lo que continúa siendo la medallista más joven de la historia.
Poco a poco, cayeron en la cuenta de que 'ellas' (así, con comilla fina, como un elemento extraño) ya no ocupaban un mero papel testimonial sino que habían llegado para quedarse. El germen de esa revolución se halla en París 1900. Sólo 22 mujeres (según la versión oficial del COI, aunque otras fuentes apuntan a 19 e incluso 11) encontraron cabida en el golf y el tenis. Esta última disciplina señaló de rojo un 11 de julio de 1900 en el calendario de la emancipación femenina en el deporte, dado que ese día la británica Charlotte Cooper, a la que tachaban despectivamente de solterona, se convertía en la primera campeona olímpica a nivel individual y en dobles mixtos con Reginald Dohert. No obstante, el caso más llamativo fue el de la golfista estadounidense de origen hindú Margaret Ives Abbott, quien murió en 1955 sin saber que había quedado primera en los Juegos. Y eso debido a la anarquía que se vivió por la coincidencia en la capital francesa de esta cita deportiva y de la Exposición Universal. Un caos que provocó que muchos de los participantes ni tan siquiera supieran si estaban compitiendo. Ambas pioneras, Cooper y Abbott, fueron campeonas, sí; pero no medallistas y es que no sería hasta cuatro años después cuando se empezaron a dar las preseas.
Gracias a éstas y a tantas otras se logró que en Londres 2012 todos los países tuvieran a alguna mujer compitiendo bajo su bandera y que ya supusieran más del 50% de los participantes en triatlón, tenis de mesa y bádminton. Lejos queda el nacimiento de los Juegos en Atenas 1896, cuando todos los atletas eran hombres. Poco a poco, las féminas han ido ganando terreno y del 2,2% que representaban en París 1900 se ha llegado hasta el 45% en Río 2016.
España tardó en ver una medalla colgando del cuello de una mujer, para ser más exactos, un bronce. Blanca Fernández Ochoa consiguió el ansiado metal sólo unos meses antes de la eclosión de los Juegos de Barcelona 92, después de quedar tercera en el eslalon de esquí alpino de los Juegos de Invierno de Albertville (Francia). Aquella gesta de Blanca Nieves (así se llama en realidad) fue el preludio de lo que en verano conseguiría la judoca Miriam Blasco. Otro nombre a recordar, especialmente para los amantes del Trivial. La pregunta dice así: "¿Quién fue la primera deportista española con una medalla de oro en unos Juegos Olímpicos?". Son tres las respuestas más frecuentes en el común de los mortales: Arantxa Sánchez Vicario, Blanca Fernández Ochoa y Miriam Blasco. "Ésta me la sé", bromea siempre la vallisoletana. Como para olvidarlo...
Más batallas que preguntas de Trivial y más escollos que esas posibles respuestas han tenido que librar nuestras deportistas. El protagonismo de la mujer en los Juegos ha ido in crescendo y en Río 2016, ELLAS (ahora sí, ya en mayúsculas) se trajeron en la maleta nueve de las 17 medallas de España (52,94%): Mireia Belmonte (hizo doblete), Maialen Chourraut, Carolina Marín, Ruth Beitia, Eva Calvo, la Selección de Baloncesto, la Rítmica y Lydia Valentín. A la espera de que la haltera berciana recoja el oro de Pekín y la plata de Londres, la evolución es significativa: en Barcelona 92 (8 de 22; 36,36%), en Atlanta 96 (6 de 17; 35,29%), en Sydney 2000 (4 de 11; 36,36%), en Atenas 2004 (6 de 20; 30%), en Pekín 2008 (4 de 18; 22,22%) y el punto álgido llegó en Londres 2012 (11 de 17; 64,70%). Y si en Norteamérica tienen como emblema a Michael Phelps, con un total de 28 medallas entre brazada y brazada, España cuenta con Teresa Perales. La nadadora ha recogido una medalla paralímpica hasta en 26 ocasiones y mira a Tokio como una buena oportunidad para dar un zarpazo a la marca del estadounidense ya retirado. Antes de ellos, Larisa Latynina ostentaba el récord con 18 metales, alguno de ellos llegó después de ocultar su embarazo de… ¡cinco meses! a los médicos soviéticos e incluso a su entrenador.
Muchos son los kilómetros recorridos y las cotas alcanzadas, pero aún más son las cimas por conquistar. Según la encuesta de hábitos deportivos de 2015, el 53,5% de la población practicó deporte durante ese año, un 47,5% fueron mujeres. Unos datos sonrojantes de compararse con los de nuestros vecinos europeos. Tampoco son halagüeñas las cifras que arrojan las memorias anuales de licencias federativas de 2015 elaboradas por el CSD. De 3.501.757 personas federadas, sólo 753.760 fueron chicas, concentrándose mayoritariamente en Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana y la de Madrid y predominando el baloncesto (130.549). Y aunque en los últimos años se ha producido un incremento de aproximadamente un 25%, las de mujeres aún se sitúan en el 21,5% del total de las licencias. Sólo predominan las femeninas respecto a las masculinas en gimnasia (90,40%), voleibol (73,52%), hípica (69,15%), patinaje (58,58%) y baile deportivo (69,73%), siendo el fútbol el que mayor progresión ha tenido durante los últimos quince años.
Los órganos de poder continúan siendo la asignatura pendiente, algo que demuestra una vez más que el deporte es un fiel reflejo de una sociedad (sólo un 12% de los directivos españoles son mujeres) a la que aún le cuesta sacudirse determinados clichés. Un siglo después muchos quieren ver fatiga en esta carrera por la igualdad, como ya lo hicieran con aquella carrera de 800 metros, pero olvidan que no hay obstáculo insalvable.
1900 | Tenis y Golf |
1904 | Tiro con arco |
1908 | Tenis (reintroducción) y Patinaje |
1912 | Deportes acuáticos |
1924 | Esgrima |
1928 | Atletismo y Gimnasia |
1936 | Esquí |
1948 | Piragüismo |
1952 | Hípica |
1964 | Voleibol y Luge |
1976 | Remo, Baloncesto y Balonmano |
1980 | Hockey |
1984 | Tiro y Ciclismo |
1988 | Tenis (reintroducción), Tenis de mesa y Vela |
1992 | Badminton, Judo y Biatlón |
1996 | Fútbol y Sóftbol |
1998 | Curling y Hockey sobre hielo |
2000 | Halterofilia, Pentatlón moderno, Taekwondo y Triatlón |
2002 | Bobsleigh |
2004 | Lucha |
2012 | Boxeo |
2016 | Golf (reintroducción) y Rugby |
- Blanca Fernandez Ochoa
- Teresa Perales
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