Raiders 28 - Falcons 35

Los Falcons se impusieron a los Raiders en un duelo sin defensas

Ambos equipos confirmaron que su ataque puede ser muy explosivo, pero también que sus defensas deben mejorar una barbaridad si quieren ser competitivos.

Thearon W. HendersonAFP

El Raiders-Falcons empezó como un duelo posicional muy táctico en el que ambos equipos intentaban tener las mejores posiciones en el campo y no había concesiones. Muy duro, muy serio y sin dejar nada al azar. De esos en que cada error es costosísimo y se intenta evitar a toda costa. Matt Ryan, y sobre todo Derek Carr, tenían que empezar sus series detrás de la yarda 10 propia, y cuando se empieza tan atrás, por muy bien que lo hagas, es complicado llegar al otro extremo del mundo... un inicio que nada tuvo que ver con un final muy diferente.

El primero que logró atravesar el campo fue Ryan, que por segunda semana volvió a encontrar en Jacob Tamme el tight end receptor que lleva añorando tanto tiempo. En cuanto ha conseguido establecer una conexión con él, y con Austin Hooper, el ataque de Atlanta ha recuperado el dinamismo y parece más rico e imprevisible. Además, el quarterback parece mucho más seguro y reparte mejor el balón entre distintos receptores, sabiendo que siempre tienen a mano a sus tight ends de confianza. Con esa dinámica llegó el primer field goal de Atlanta, que le adelantó en el marcador (0-3).

La primera anotación de los Raiders fue bastante menos científica. Después de empezar en su propia yarda nueve, y sudar sangre para llegar a la 38, un pase profundo a Amari Cooper, y otro ‘¡tronco va!’ a Crabtree en la end zone rival, que en un primer momento fue interceptado pero terminó penalizado como interferiencia y balón en la yarda uno, terminaron con touchdown de Murray (7-3).

Las anotaciones no cambiaron la dinámica táctica del partido, aunque sí movieron el avispero de ambos ataques, que rápidamente cogieron confianza y se volvieron más agresivos. Matt Ryan solo necesitó tres minutos para atravesarse el campo y lanzarle un pase letal de 21 yardas a Julio Jones, que volvía a adelantar a Atlanta (7-10). De inmediato, otro kickoff corto de los Falcons volvía a hacer estragos. Carr empezó atacando en su propia yarda dos, tuvo que despejar poco después, y el despeje fue retornado por Weems que no llegó hasta la end zone porque el punter, Marquette King, agarraba al retornador del collar de la coraza y cambiaba penalización por touchdown. Y le salió más que bien, porque Atlanta tuvo que conformarse con un fieldgoal, que dejó el marcador en el (7-13) con que se llegó al descanso.

Tras la reanudación siguió la batalla posicional, pero un error manchó gravemente la buena labor de equipos especiales de los Falcons hasta ese momento. Después de parar el ataque de Oakland, la serie resucitó cuando sacaron a 12 jugadores para defender el punt. Pocas jugadas después Walford recibía un pase espectacular de 31 yardas de Carr y los Raiders se adelantaban en el marcador (14-13).

Las defensas empezaban a agujerearse por todos lados, mientras los Falcons añadían un nuevo factor a su juego. Hasta ese momento, en sus formaciones de doble tight end era Tamme el que se llevaba los balones, pero Ryan empezó a buscar a Austin Hooper, convertido en pesadilla para la secundaria de los Raiders. Tras un pase a Hooper de 44 yardas, Ryan era interceptado en la zona de anotación rival tras lanzar un pase muy retrasado a Tamme, pero quedaban muy claras las intenciones de asaltar el castillo rival usando a sus tight ends como ariete.

Y de hecho, poco después Ryan conectaba primero con Hooper, y después con Tamme, que conseguía una recepción de 14 yardas para touchdown con conversión de dos (14-21)

Desde ese momento, ni control del reloj, ni batalla territorial, ni estrategias, ni tácticas, ni historias. Con las dos defensas desaparecidas, el ataque terrestre de los Raiders destrozaba a unos Falcons que parecía que jugaban sin linebackers, siempre apareciendo tarde, mal y nunca, y Matt Ryan derruía la inexistente secundaria de Oakland. Puro espectáculo ofensivo, pero nula efectividad defensiva. Primero fue el empate de los Raiders con un pase de Carr a Crabtree; después de que Latavius Murray prácticamente violara a la defensa rival (21-21); luego fue Julio Jones el que atrapaba un pase de 46 yardas que se convertía en heraldo del touchdown de Hardy , con carambola incluida, que devolvió a Atlanta el control del marcador (21-28); y la locura se tomaba un respiro cuando Amari Cooper conseguía un touchdown que era anulado porque el receptor se había salido del campo antes de recibir el balón. De posible empate se pasó a un cuarto down que Jack del Rio, definitivamente poseído por el espíritu Raider más atrevido, intentaba y fallaba.

De inmediato, los Falcons parecieron darle la puntilla al partido. Julio Jones estaba omnipresente, manteniendo vivo el ataque, y Coleman conseguía poco después un touchdown de 13 yardas de carrera (21-35). Quedaban cuatro minutos y medio y los Raiders lo intentaron hasta el final. Consiguieron reducir distancias con un touchdown de Holmes (28-35) en una serie en que la defensa de los Falcons fue una mera espectadora, con sus jugadores mirando sin placar desde una posición privilegiada. Sin embargo, su defensa volvió a fallar y sus rivales consumieron el reloj, dejando solo dos segundos al ataque de los Raiders. Y por muy incompetente que fuera a esas alturas la defensa de Atlanta, atravesar ochenta yardas en dos segundos era una misión completamente imposible.

Lo más visto

Más noticias