Cowboys 19 – Giants 20

Los Dallas Cowboys echaron mucho de menos a Tony Romo

Los Giants fueron muy irregulares, pero tuvieron mucha más pegada y dejaron en entredicho la capacidad de Prescott para sustituir al veterano quarterback.

Madrid
LARRY W. SMITHEFE

Todos queríamos ver a Elliott, a Prescott y el ataque vertical de los Giants. Y todo eso lo vimos, no hay duda. Lo hicimos con cuentagotas, pero algo es algo. Lo que seguimos deseando ver es la línea ofensiva de los Giants, que siguió de vacaciones gran parte del partido, y dos defensas a las que se lo pusieron fácil casi siempre, pero que aun así mostraron sus limitaciones. Y sobre todo, los aficionados de los Cowboys terminaron deseando volver a ver a Tony Romo.

La defensa de los Cowboys lo tuvo muy claro desde el primer minuto. Para sobrevivir a un ataque de los Giants demasiado unidimensional en vertical, salieron con la lección bien aprendida: cuatro hombres presionando y mucho tráfico en secundaria. Cuando la fórmula empezó a fallar, cambió el plan y llegó la presión a Manning, que durante el tercer cuarto se llevó una auténtica paliza. Los Giants tienen un problema en su backfield, con un Jennings que definitivamente se ha quedado estancado, y con una línea que suda sangre para abrir una puerta. Odell Beckham, Victor Cruz, Shepard y compañía podrán ser un peligro profundo letal, pero si solo sabes hacer eso, no hay sorpresa posible.

Sin embargo, durante el segundo cuarto, cuando el gigante despertó, la defensa de los Cowboys terminó desarbolada y no hubo plan que valiera. Touchdown de Donnell y touchdown de Shepard. Como dos puñaladas que dejaron fría la grada de Dallas. La labor de Buldózer del ataque vaquero, paciente pero muy práctico hasta entonces, podía quedarse en nada con la explosividad de Nueva York.

La defensa de los Giants se vio superada hasta el tercer cuarto. Los Cowboys no se metieron en ningún lío. Pase, carrera, pase, carrera. Nula imaginación pero máximo rendimiento. Y nada de Dez Bryant ni de frivolidades. Pases a go-go a Witten y a Beasley. Cuanto más cortos y menos arriesgados mejor. Facilito y a la mano con un solo mandamiento: no equivocarse. El único problema fue que en la primera parte Elliott no conseguía romper. Se estrellaba una y otra vez contra el front seven de los Giants, que también lo tenían sencillo ante un planteamiento tan conservador. El corredor terminó la primera mitad con 31 yardas en 15 intentos. Dos míseras yardas por carrera. Y ese fue el motivo fundamental por el que las larguísimas series de los Cowboys, interminables, terminaban irremediablemente en field goal. Tres series en la primera mitad, tres patadas a palos. 9-13 en el marcador. Los Giants por delante por la falta de reprís de sus rivales y Tony Romo cada vez más en la memoria de los habitantes del AT&T Stadium.

La segunda mitad empezó con Manning haciendo una de las suyas. Pase completo a Carr, con el problema de que ese señor es cornerback de Dallas. Intercepción que coincidió con la irrupción de Ezekiel Elliott. Que nadie piense que el corredor llegó para quedarse: arrancada de ocho yardas en la red zone y galopada de otras ocho para touchdown (16-13). La actuación del corredor elegido con el pick 4 no debió hacer muy felices a sus seguidores, que esperaban a un jugador mucho más efectivo. Al menos les dejó de regalo su primer touchdown… aunque a la larga no fuera suficiente, e inexplicablemente Garrett decidiera prescindir de sus servicios hasta el final del partido.

A partir de esa anotación, y mientras la defensa de Dallas pudo presionar a Manning, el partido entró en una fase de colapso ofensivo. La dinámica se rompió momentáneamente con un nuevo field goal de Dallas (19-13), pero siempre con la sensación de que la ineficacia se debía más a la inoperancia de los ataques que a la labor de unas defensas que boqueaban tras cada jugada.

Todo el guión se rompió cuando McAdoo decidió sentar a Jennings y darle el balón a Vereen. El ‘no huddle’ de los Giants había hecho su labor de desgaste durante todo el partido y la línea defensiva de Dallas se derrumbaba, mientras el corredor la atravesaba limpiamente una y otra vez y Eli terminaba conectando con Victor Cruz, resucitado, que volvió a bailar salsa sobre un emparrillado como solo él sabe (19-20). Los visitantes estaban solo un punto arriba, quedaban más de 6 minutos, pero parecía imposible que los Cowboys pudieran volver a levantarse. El repertorio de Prescott es demasiado corto y los Giants ya se habían aprendido que con defender a Witten era suficiente. Elliott seguía sin ser utilizado y a Dez Bryant solo le llegaban balones inatrapables. La imagen de Romo sobrevolaba el estadio mientras las cámaras le enfocaban en la banda.

A falta de un 1:12 los Cowboys recuperaron el balón porque los Giants no se atrevieron a intentar un cuarta y uno en la yarda 37 rival. En otra época esa indecisión habría sido la tumba de los de la Gran Manzana, y más con Romo delante. Sin embargo, Prescott no está preparado aun para realizar misiones imposibles.

Hoy en Dallas ya no hay nadie que no eche de menos a Tony Romo.

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