El Hall of Fame lo hizo bien pero no todo lo bien que podía
La elección de Ken Griffey Jr. y Mike Piazza no puede hacernos olvidar las incongruencias que se han cometido en las votaciones para el HOF.
Siempre que viene un momento como el actual, el de celebrar la carrera de una trayectoria con su llegada al reconocimiento definitivo que es el Hall of Fame, nos encontramos con sentimientos enfrentados pero, al menos esta temporada tenemos algo de lo que alegrarnos y eso no es poco.
La elección tanto de Ken Griffey Jr. como de Mike Piazza para el Salón de la Fama, sita en Cooperstown, nos permite siempre echar un vistazo y rememorar lo que han sido unas brillantes carreras deportivas, casi legendarias, de la mejor manera posible, esto es, hablando de sus contribuciones al pasatiempo nacional estadounidense.
Pero creo que igual que hay que celebrar eso, también hay que prestar atención a los errores que se han cometido en las votaciones porque no vayamos a engañarnos, errores los ha habido y demasiado numerosos.
Lo primero es lo primero es valorar lo que ha sucedido con Griffey. Es difícil pensar en alguien que pudiera acumular un respaldo tan unánime como el del jugador de Mariners, Reds y White Sox. Su potencia (630 home runs), elegancia y eficiencia sobre el campo (10 Guantes de Oro) y carisma insuperable le convertían en un candidato ideal para obtener el pleno.
También, tal como se preveía, el respaldo unánime no llegó. Tres votantes decidieron que Griffey no era merecedor del mismo por el motivo que fuera, por muy descabellado o concienzudo que pudiera ser.
Si Ken Griffey Jr. no consiguió el 100%, superando en el camino la marca de Tom Seaver de un 98.8%, resulta complicado pensar en otras opciones, pero en el horizonte siempre quedará un Mariano Rivera (2019) o Derek Jeter (2020) y lo mismo nos llevamos una sorpresa un siglo de éstos.
Resulta difícil describir con palabras quién era Ken Griffey Jr. Posiblemente se trata del segundo mejor exterior central de todos los tiempos, sólo por detrás de Willie Mays y, si no hubieran estado tan presentes las lesiones en su etapa con Cincinnati, el lugar definitivo de Griffey podría haber sido uno muy distinto, siendo quizás uno de los mejores jugadores de todos los tiempos.
El caso de Mike Piazza ha sido distinto. Ser el mejor catcher ofensivo (.308 de media con 396 home runs) de toda la historia tendría que ser argumento suficiente para obtener el reconocimiento de inmediato pero la neurosis que ha asolado este deporte los últimos veinte años hace que cualquiera que haya jugado en la llamada Era de los Esteroides sea automáticamente culpable de no se sabe muy bien qué delito, haya pruebas de ello o no. Con la sospecha vale.
Y eso es profundamente injusto.
Al menos, Mike Piazza, que fue elegido en la ronda número 62, acompaña en el Hall of Fame al primer jugador que fue elegido en un draft como es Griffey, y el suplicio por el que ha pasado Mike Piazza, con las implicaciones (imaginarias o no pero sin pruebas, que conste) con las sustancias dopantes, tendrá que volver a ser el Calvario particular de Jeff Bagwell, posiblemente el tercer o cuarto mejor primera base de todos los tiempos, sólo por detrás de Lou Gehrig, Albert Pujols y Jimmie Foxx.
Afortunadamente, Bagwell ya ve la luz al final del túnel y es que tanto en su caso (71.6% y a 15 votos del mínimo) como en el de Tim Raines (69.8% y a 23 votos), se encuentran a punto de caramelo para entrar en el Salón de la Fama en 2017, con el extra de que es el último año en el que Raines puede optar a la candidatura y eso suele generar mayor impulso a la hora de lograr el objetivo.
La reducción de 109 votantes que, aunque cumplen con el requisito de pertenecer a la Asociación de Escritores de Béisbol de América durante diez años no han cubierto de forma reciente y continuada el pasatiempo nacional, ha hecho que pueda haber cambiado un poco la perspectiva de cómo enfocar el asunto de que los años 80 y 90 se han visto “infrarepresentados” en el Salón de la Fama.
El aumento de una temporada para otra de los respaldos de enormes jugadores y dignos candidatos como Bagwell (15.9%), Raines (14.8%), Curt Schilling (13.1%), Edgar Martínez (16.4%), Alan Trammell (15.8%) y Mike Mussina (18.4%) permiten arrojar un rayo de optimismo de cara a su elección para próximos años pero el límite de diez elecciones en cada papeleta no ayuda mucho. De hecho, no ayuda para nada.
Desafortunadamente, Alan Trammell no tendrá más opciones salvo por el Comité Especial que abordará su caso en el futuro pero un poco más de justicia para uno de los mejores shortstops de los 80 y parte de los 90, siempre a la sombra de Cal Ripken Jr. no estaría de menos.
Que sólo el 42% de los votantes apure el tope de diez posibilidades demuestra que hay mucha gente que podría hacer una mejor labor a la hora de investigar y escoger a las leyendas de este deporte, más allá de las sospechas, de sus filias y de sus fobias.
Incluso exponentes de esa era maldita, una que no se puede erradicar de un día para otro, han recibido un ascenso importante. Barry Bonds pasó del 36.8% al 44.3%. Roger Clemens, del 37.5% al 45.2%. Queda un largo camino por recorrer, con seis años por delante, pero la presencia de votantes más jóvenes, más abiertos a considerarles (con sus luces y sus sombras al igual que cualquier ser humano) como un producto de su era, puede otorgarles más opciones que las que ha tenido Mark McGwire, que abandona sus diez años de candidatura sin pena ni gloria, no superando jamás el 23.7% de los votos.
Más esperpéntica es la salida, el uno y fuera, que ha tenido Jim Edmonds. Todo aspirante que obtenga al menos un 5% del total, podrá optar de nuevo al año siguiente. De los 440 votos posibles, sólo once le respaldaron y eso es un pobre bagaje para alguien que logró 393 home runs en su carrera, .903 OPS en su carrera y ocho Guantes de Oro.
Sería interesante que más de un votante se lo hiciera ver pero el Hall of Fame ha sido también muy injusto con notables casos como el Bernie Williams o Kenny Lofton, soberbios centerfielders al igual que Edmonds.
En definitiva, el balance es positivo pero no todo lo que podría o debería haber sido. El límite de diez jugadores votados no ayuda y que el 2017 también venga cargado, tampoco.