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BOSTON RED SOX

La silla roja de Fenway Park, hogar de los Boston Red Sox

Si hay un deporte que cuida y mima la historia de sus leyendas es el béisbol y Fenway Park en Boston no es una excepción sino la regla.

La silla roja, una de las curiosidades que atesora el venerable Fenway Park en Boston.
Jeffrey S. Pace

El domingo 9 de junio de 1946, Joe Boucher, con su sombrero de paja, salió de su apartamento en la avenida Commonwealth camino de Fenway Park. Ese día estaba de suerte ya que había programa doble entre los Red Sox y los Detroit Tigers.

Boucher, originario de Albany, Nueva York, era un ingeniero de la construcción que llevaba trabajando en Boston desde el comienzo de la segunda guerra mundial y, cada fin de semana que no volvía a Albany, acudía a Fenway Park a ver a sus adorados medias rojas.

Al llegar al estadio trató de conseguir, como hacía siempre, una entrada para tribuna pero ese día era imposible y se decidió, por primera vez en su vida, por los bancos corridos que componían la grada del jardín derecho.

El segundó partido comenzó con el zurdo Fred Hutchinson como pitcher abridor por parte de los Tigers. En la parte baja de la primera entrada, Ted Williams estaba en el cajón de bateadores. Hutchinson era un lanzador que siempre ponía en apuros a Williams pero en esa entrada el ídolo de Boston impactó un home run para la historia.

La bola voló por encima de Pat Mullin, rightfielder de los Tigers, que no pudo hacer otra cosa que contemplarla y llegó hasta la grada donde impactó en el sombrero de paja de Boucher quien, cegado por el sol, no vio venir el objeto volador, en este caso, perfectamente identificado. Boucher tuvo que acudir a la sala de primeros auxilios y allí le preguntó a la enfermera si en ese estadio había alguna zona segura para ver el partido. Tras un reconocimiento en el que no se le encontró nada, Boucher volvió a disfrutar del partido.

Entre 1977 y 1978, los bancos corridos de las gradas fueron sustituidos por asientos individuales y se realizó una nueva medición del home run de Williams. Se calculó una distancia de 502 pies (153.01 m). Estudios modernos indican que la bola podría haber llegado, sin interrupción de ningún tipo, hasta los 530 pies (161.54 m).

En 1984, para recordar la hazaña de Williams, se decidió pintar de rojo la silla donde cayó la bola, esa es la causa de que en el océano de color verde que es la sección 42, en la fila 37 destaque en rojo el asiento 21.

El 23 de junio de 2001, Manny Ramírez logró un home run por encima de la torre de luz del monstruo verde que alcanzó los 501 pies, nunca nadie se ha acercado tanto.

Cuando Williams se encontraba ya retirado y disfrutando del agradable clima y de la pesca en Florida, recibió una carta del nieto de Boucher en la que le enviaba una foto de su abuelo, fallecido en 1954, en la que, por supuesto, vestía sombrero de paja, que le decía que nunca conoció a nadie tan devoto de los Red Sox como su abuelo y que para pasar tiempo junto a él, tuvo que viajar muchas veces a Boston. En la familia de Boucher todavía conservan la hermosa carta que les respondió Williams como un tesoro familiar.

Hoy siempre se ve a alguien sentado en ese asiento aunque la grada no esté llena. En 2002, debido al fallecimiento de Ted Williams, los Red Sox decidieron, como póstumo homenaje, dejar ese asiento vacío todo el año. Y es que nadie ha bateado en el mítico Fenway Park una bola tan lejos como el gran Ted Williams.