Peyton Manning aún no es un icono, es un jugador de football
Antes que leyenda, el QB de los Denver Broncos todavía es una pieza de su equipo y como tal ha de ser tratado y juzgado para saber si debe jugar más.
Desde que el pasado domingo Peyton Manning fuese sustituido en el tercer cuarto del partido de los Denver Broncos frente a los Kansas City Chiefs los aficionados a la NFL andamos perdidos con lo que se atisba como el final de una de las más grandes leyendas de la historia de esta liga. Tras una actuación abismal y una explicación sobre lesiones y dolores que no hacen más que aumentar las conjeturas, el QB se ha ido a descansar y no jugará con su equipo esta próxima semana y quién sabe si volverá a hacerlo.
Ese, precisamente, es el quid de la cuestión que nos tiene ocupados. Si está verdaderamente lesionado de gravedad como para perderse varios partidos o si está siendo protegido para, por así decirlo, darle una muerte dulce. Si va a descansar un tiempo para recuperar fuerzas y volver a dar el último empujón a la temporada. Si alguien de su categoría debe jugar aunque su sustituto, Brock Osweiler, lo haga bien en este periodo.
Todo ello se mezcla con la inevitable nostalgia por el infinito que produce el adiós de una leyenda. Es algo que hemos visto tantas veces que no resulta prudente si quiera comenzar a enumerarlo. Ese jugador, de cualquier deporte, que ya no es el que era pero sus seguidores se empeñan en querer que siga en el campo por los recuerdos de grandeza y porque algo quedará ahí, alguna esencia, que le haga ganar el partido decisivo como hizo antaño.
Es a eso a lo que me opongo, porque en pleno noviembre, en los Denver Broncos, ese debate es estéril, inútil, dañino.
Aquí lo que se está jugando es la temporada y la posibilidad de pelear por la Super Bowl. Los 53 jugadores que hay en plantilla, más los del practice squad, los entrenadores y la franquicia al completo, tienen la obligación de tratar al número 18 exactamente igual que a todos los demás en el sentido de que son piezas para ganar. Es un jugador de football, no un icono. No al menos hasta que se retire.
La gestión de los jugadores ha de estar exenta de memoria a largo plazo, de consideraciones icónicas o de leyendas. Eso para cuando se acabe la temporada, pero no ahora. Aquí y ahora lo único que cuenta es ganar.
Soy un enorme fan de Manning. Creo que ha sido uno de los mejores de la historia. Francamente, hubo tramos en su carrera en que pensé que era el mejor. Y pienso deshacerme en elogios en cuanto se retire. Pienso hacerle las loas necesarias, los homenajes que merece. Pienso recordar sus viejas batallas, las que ganó y las que perdió. Pienso debatir su lugar en la historia.
Pero no hoy. No ahora. Lo que se dilucida en este instante es el futuro de los Broncos en la temporada 2015. Que QB les da más opciones de ganar. No si quiero verle jugar por última vez, o si la última imagen que vaya a tener de él es la de una noche triste en la que bate el récord de yardas de la liga a la vez que es sentado tras cuatro intercepciones, cinco completos de 20 para 45 yardas y un QB rating de 0.0.
No ha lugar para el romanticismo en plena batalla. Si el 18 está dañado, se recupera, vuelve y se considera que el equipo puede ganar mejor con él tras el center que con el 17, pues que juegue. Sino, que siga el 17 hasta donde lleguen y que el 18 se quedé en la banda.
Porque muchas veces lo urgente y rutinario, la competición en sí, es más importante que la leyenda y la inmortalidad. Que los bardos se ocupen de las historias cuando estemos en offseason. Ahora sólo importa ganar. Nada más.