WATERPOLO

Miguel Cardenal: "Estaremos a la altura de este éxito"

El waterpolo femenino es un milagro ante la reducción de recursos, que se han disminuido de cuatro a 2,5 millones en cinco años. Hay unas 700 licencias en España.

TONI ALBIREFE

Después del oro, comenzó la fiesta. Primero, en el Village del Mundial junto a familiares, amigos y las personalidades políticas y de la Federación Española de Natación. Sonó el We are the Champions cuando aparecieron las estrellas, se dispararon los flashes y arrancaron los parlamentos. Miguel Cardenal, secretario de Estado para el Deporte, apuntó que “el CSD toma nota de todo lo que se ha conseguido y de los estupendos resultados de las mujeres”. Y concluyó: “Queremos estar a la altura de vuestros éxitos”. Sus palabras seguro que las anotó en la libreta Fernando Carpena, presidente de la RFEN, quien reconoció que “hay que seguir sumando logros de este tipo. Esta medalla significa que se va por el buen camino”.

El oro del waterpolo femenino es fruto de un milagro por los escasos recursos con los que cuenta la RFEN. Sus ayudas han descendido de 4,5 a tan sólo dos millones en apenas cinco años debido a los recortes impuestos desde el Gobierno. “Cuando llegamos a la presidencia, apostamos por el waterpolo femenino. Decidimos concentrarlo en el CAR”, comentó Carpena. El éxito de este deporte, fruto de una magnífica generación de waterpolistas y de la gran tarea de Miki Oca al frente, tiene muchas aristas. La más importante es el inmenso trabajo del Centro de Tecnificación de la Federación Catalana, que arrancó en 1997, y luego el que se formó en Madrid. De ahí se reclutaron varios talentos, como Anni Espar, Maica García o Jenni­fer Pareja, que ya fue bronce en el Mundial júnior en el año 2000, la primera señal de que algo estaba hirviendo en las aguas españolas.

La plantilla oro mundial, con una media de 22 años, tiene cuerda para rato. Pero ahora los esfuerzos se centran en que no decaiga la competitividad de la División de Honor, sobre todo del CN Sabadell, donde juega la mitad del equipo. Con apenas 700 licencias oficiales, ya hay jugadoras, como Anni Espar o Ru Tarragó, que han emigrado a Estados Unidos. Ahora toca mantenerse.

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