Tiger renace en Baltusrol y sus rivales ya tiemblan

La denominada "jornada del movimiento" produjo menos zozobra de la prevista en un principio. De hecho, la naturalidad se instaló en Baltisrol y el reloj habitual del golf volvió a funcionar: Tiger Woods remontó 42 puestos en una jornada y se situó en una ilusionante vigésima posición.

En la jornada en que el extraterrestre firmó una tarjeta de 66 impactos, cuatro golpes bajo el par, el resto de sus rivales, especialmente con un Phil Mickelson fallón que cometió tres bogeys en los primeros seis hoyos, parecían retocer sus brazos con los drives y con algunos putts acumulando bogeys en pares cuatro con una facilidad asombrosa. Mientras tanto, la sonrisa de Tiger resurgía cual Ave Fénix en New Jersey y su sombra se hizo más alargada que nunca. Y todo esto a pesar del tropiezo de inicio del extraterrestre. Un bogey inoportuno en el primer hoyo hizo confiarse a los demás. Craso error. Su juego se hizo sólido, los putts comenzaron a entrar y los pares cuatro fueron carne de birdie para él. Como dicen los más experimentados, se enchufó, entró en juego. El efecto fue proporcional: en la subida de Tiger se adivinó la caída de sus rivales, que parecen alimentarse de sus éxitos y fracasos.

Aspirantes.

Al cierre de esta edición, el líder Mickelson protagonizaba la decepción de la jornada y caía en barrena perdiendo 7 golpes de diferencia respecto a Woods en sólo nueve hoyos. Le andaban a la zaga sus secundarios de lujo: Davis Love, Kelly o Parnevik, que acumulaban tarjetas por encima del par. Incluso Singh, situado con un cómodo -3 al inicio, no conseguía encontrar el putt y se sumergía en el extraño juego que le acompaña este año: sin errores pero sin genialidades. A mitad de recorrido aún seguía en el par, sin aumentar sus opciones.

Los más destacados del día fueron Thomas Björn, con una estupenda tarjeta de 63 golpes, igualando el récord de vuelta en la historia del PGA, y el siempre eficaz Retief Goosen, gran baza en las apuestas para la última jornada. Sin olvidarse, por supuesto, de Tiger, que jugará con el miedo escénico para apurar sus opciones de tercer Grande de la temporada.