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Vuelta a España | 3ª etapa

Huracán Valverde

El máximo favorito mostró sus poderes en la meta de Soria

Actualizado a
<b>EXHIBICIÓN DE BALAVERDE. </b>El líder del Comunidad Valenciana-Kelme celebra su triunfo en la meta de Soria. Menchov, a la izquierda, es la cara de la impotencia.
reuters

Alejandro Valverde Belmonte, nótese el segundo apellido porque refuerza su carácter salvador del orgullo patrio, ganó ayer la tercera etapa de la Vuelta y lo hizo, básicamente, porque no pudo contenerse más, ahora sabemos que muchas de las sonrisas que nos regalaba no eran sino efecto de las riendas sobre sus mofletes, qué obsesión por frenar al purasangre, por fin se ha escapado, quizá para siempre.

Valverde, de 24 años (nótese también), se impuso en la tercera etapa, no optó por esconderse, no pensó que fuera demasiado pronto, ni que los esfuerzos se pagan, ni otras teorías cobardes que nos inventamos para ganar tiempo, no; Valverde está por encima de eso y de todos, porque fueron todos, los buenos, los que se asomaron a la meta de Soria: Menchov, Heras, Garzelli, Mancebo, Aitor, Cunego, Evans y Vinokourov, canela fina. Ellos completaron el grupo cabecero junto a Freire, OGrady y Balaverde. Hamilton y Sastre cedieron cinco segundos; Sevilla, Zubeldia, Beloki e Igor, 15. No se admiten excusas, nada es casual, todo son pistas.

Y es que lo que parecía un último repecho sin excesivos problemas (Freire o Zabel) se convirtió en una llegada brutal y maravillosa, favorecida la épica por la tormenta que se desató, o quizá se desatara antes la batalla, puede ser, porque todos los favoritos se vieron las caras, resultó imposible rajarse, incluso estaban allí los que amenazan con retirarse a las primeras de cambio, no te largues Cunego que te han tirado un guante. Fue un sprint tan hermoso que Valverde, simplemente, no se pudo contener.

La Vuelta es un perfecto ejemplo de que no importa ni el tamaño ni la longitud de las etapas, sino el espíritu de quien compite y me da la impresión de que esto no sólo vale para las etapas. Entre Burgos y Soria hubo de todo. Por ejemplo, una escapada bidón que protagonizaron Joachim, Flickinger, Hulsmans y Veneberg, en fuga desde el kilómetro 43 y capturados en el 148, después de alcanzar una ventaja de diez minutos.

El viento en contra, la lluvia a jarros y la reacción del pelotón (Saeco, Comunidad Valenciana, Cofidis, T-Mobile...) acabaron con la aventura. Hubiera faltado que desde el cielo les tiraran chinchetas a la carretera, pobres. Al menos, al luxemburgués Benoit Joachim le sirvió para acumular bonificaciones y enfundarse el maillot de líder. Seguimos conociendo a los integrantes del US Postal, sólo queda que nos presenten a sus hermanas. En el caso de Joachim, lo mejor que se puede decir de él (además de sus virtudes como persona y gregario) es que es un especialista en victorias en el campeonato de Luxemburgo: suma tres y desde el 2000 siempre acaba entre los cuatro primeros, lo que nos da idea del tamaño del Ducado, dicho sin faltar.

El pelotón reintegrado fue un vendaval dentro de otro. E incluso en ese torrente hubo valientes que lo intentaron. Y víctimas, como Zabel, que pinchó y se quedó fuera de órbita. Y luego vino ese repecho (lobo), más una laguna que charco, casi todos muertos en el último tramo a excepción del purasangre sin riendas, que surgió imponente para ganar la etapa (15º triunfo de la temporada) y los 20 segundos que había en juego y que le dejan a sólo siete de Vinokourov y Evans, únicos enemigos que tiene por delante en la general. Armstrong debería encender la televisión, esto le incumbe.