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Vuelta a España | 2ª Etapa

Petacchi, de Vuelta

El italiano no perdona al sprint. Van Heeswijk, nuevo líder

Actualizado a
<b>EL MEJOR DEL MUNDO. </b>Petacchi confirmó su supremacía en las llegadas masivas y se impuso a Zabel y Freire.
jesús rubio

Sucede con las victorias de Petacchi, por habituales, que ya no sabes el año en que te encuentras, si es el pasado, cuando logró cinco etapas en la Vuelta, que no debe ser porque no hay noticias de la azafata del Xacobeo que nos gustaba, o en el presente, lo que nos vuelve a confundir, porque podríamos estar en el Giro, donde consiguió nueve triunfos. Hay que estar concentradísimos, pues. Ayer ganó Petacchi en la primera etapa en línea de la Vuelta 2004, escoltado en la meta por Zabel y Freire, más o menos como siempre, no digan esto ya lo he visto yo en alguna parte, digan deja vu, que es más fino y significa lo mismo.

Si todo lo que está consiguiendo Petacchi (18 victorias esta temporada) lo hubiera logrado el extinto Cipollini ahora seríamos víctimas de la cipomanía, todos con cinco botones de la camisa desabrochados y un rosario colgando de la pechera, qué importante es saber venderse, señores. Petacchi, que aunque es italiano es discreto, se limitó a decir en la meta que no está al cien por cien y que ya empezaba a pensar que le perseguía el mal fario (insisto: 18 triunfos este año). La humildad absoluta es casi tan insultante como la soberbia desatada.

Si el ganador de la etapa fue un viejo conocido, el nuevo líder (por las bonificaciones) es un maduro desconocido (31 años), Van Heeswijk: el US Postal se va pasando el maillot dorado. Un breve repaso por su biografía más frívola nos dice que la película favorita de este holandés es Los ángeles de Charlie, lo que nos indica que no le gusta el cine, pero sí las muchachas despiertas. Van Heeswijk, según su definición un buen sprinter que pasa colinas suaves, suma esta temporada siete victorias de etapa; no es membrillo.

La jornada más larga de la Vuelta tuvo también sus aventureros, todos sin suerte. El primero fue Mariano Piccoli, un clásico de la Vuelta que ganó dos etapas en 2000 y una en 1997. Otro personaje que nos hace confundir las épocas. No sabes si corrió con Bartali o hizo una película con Concha Velasco (ese fue Michel Piccoli, creo).

Con algo más de suerte (momentánea) saltaron el holandés Tankink y Ricardo Serrano, del Café Baqué, equipo-cantera que ha pasado a profesionales y que nos despierta inmediata simpatía, como el Paternina y el Relax (conceptos casi similares). Su ventaja alcanzó los siete minutos, pero su escapada apenas superó los 100 kilómetros.

Aunque sin trascendencia al final, el momento de mayor tensión se vivió en el avituallamiento, aprovechado aviesamente por el Cofidis para provocar un abanico que dejó cortado a Beloki, quien con la ayuda de su equipo recuperó la estela del pelotón 24 kilómetros después. Mal síntoma en cualquier caso. El Liberty también lo intentó en los últimos kilómetros pero sólo consiguió estirar el grupo también llamado paquete.

Sin más sobresaltos, el pelotón se presentó en Burgos, donde los lanzadores del modesto Petacchi (el treno biancoblú) hicieron su trabajo como suelen: perfectamente. Comenzado el sprint, durante algunos momentos, dio la impresión de que Freire se movía con destreza, pero imagino que después de ganar la Milán-San Remo el ansia se aplaca. Eso es lo que le puede a Freire (y a nosotros): el espacio que transcurre entre sus grandes victorias.

Al final se impuso Petacchi, que lo celebró con rabia, aunque sin mostrar los dedos para indicar sus triunfos, como solía, pues ahora hubiera tenido que soltarse las calas y enseñar los pies, descriptivo, pero muy arriesgado.

Hoy, camino Soria (como Gabinete Caligari), el discreto Petacchi amenaza con repetir, a ver si de una maldita vez se quita el mal fario de encima. Hay años en los que uno no está para nada.