El Buitre en el sillón de Valdano

Valdano se marcha con la discreta elegancia que le caracteriza. En la presentación de Camacho, Tomás Roncero le preguntó por su futuro. Él emitió una respuesta críptica: "Yo soy hombre de Florentino y mi futuro siempre estará vinculado al del presidente". Estaba preparando una salida hábil que deja a todos en buen lugar y que podría condensarse así: como el presidente dimite el próximo día 11, yo me marcho también. Si vuelve a ganar las elecciones y quiere contar conmigo, podremos hablar. Ha preferido eso a apurar su contrato hasta septiembre, a lo que tenía derecho.

La verdad es que se estaba quedando sin funciones. Camacho no es un entrenador de perfil bajo y la llegada de su equipo anunciaba el desmantelamiento de la estructura organizada por Valdano. Y más desde el momento en que Florentino anunció que pensaba ponerse en contacto con Del Bosque para ofrecerle el retorno. Ese anuncio hacía insostenible la situación de Valdano, cuya salida ahorra problemas a todos y también a sí mismo, que corría el riesgo de convertirse en una figura lastimosa. Y ése es un papel que no le cuadra. La salida es oportuna y el modo de hacerla, impecable.

La inmediata reacción de Florentino ha sido nombrar para el cargo a Butragueño, decisión un poquito equívoca. Florentino está gobernando por encuestas, con una mirada evidentemente electoral. Camacho, Del Bosque y Butragueño son personajes altamente valorados por el madridismo, pero la mezcla no sé si va a resultar. Por razones generacionales y de experiencia se hace extraño ver a Butragueño en lo alto de la pirámide. Y hace pensar que el ofrecimiento a Del Bosque (una sugerencia muy encarecida de Camacho) estaba hecho con la boca pequeña.

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