La Liga es para el que la trabaja

Dos jornadas le han sobrado al Valencia para hacerse con esta Liga. Ahora puede festejar feliz y acudir a Gotemburgo con la felicidad de su descomunal éxito y la ambición de un doblete único en su historia. Es el premio a un esfuerzo continuado, sin dar ni pedir cuartel, tanto en la oscura y cotidiana tarea de los entrenamientos como en la pequeña guerra de cada fin de semana, bajo los ojos de los aficionados y las cámaras de las televisiones. Un equipo fuerte, seguro, implacable. El mejor de todos en la mejor Liga de fútbol del mundo. Porque la Liga siempre la gana el mejor.

Buen campeón tenemos. Magnífico en algunos de sus jugadores, sobre todo Vicente, que ojalá mantenga este tono hasta Portugal. Clase, velocidad, visión, gol... El jugador de la Liga, junto a Ronaldinho. Colosal el émbolo del medio campo, Baraja-Albelda, quitadores y jugadores ambos. Dos centrales enormes, que ayer lucieron en todo su esplendor. Un portero segurísimo, en una madurez espléndida. La rabia goleadora de Mista. La clase de Aimar, ausente en el tramo final. Y muchos complementos en todas las zonas y todos los puestos. Y mucho trabajo.

Y, caso curioso, el conductor de este grupo, Rafa Benítez, también es, a su modo, un pavón. Entrenó en la cantera del Madrid. Un día le echaron y tuvo que buscarse la vida por aquí y por allá. Llegó al Valencia en condiciones difíciles: sin pedigrí, mirado con recelo por su origen madridista (ya había estallado la rivalidad entre ambos clubes). Acababa de perderse una final de Champions. Acababan de marcharse Cúper y Mendieta. Acababa de dimitir el presidente. Con todo eso ha podido porque no conoce más moneda que el trabajo. Es el triunfador de la temporada.

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