El Valencia ya es campeón de Liga

Pues tenía que ser Etoo y Etoo fue. Estaba cantado. Por los precedentes, por su extraordinaria calidad y porque el Madrid está tan desplomado y tan castigado por todos los males que aquello que pueda añadir burla a la derrota se encarna rápidamente. Es la tercera caída consecutiva del Madrid en el Bernabéu, intocable en tantísimos partidos de la nueva era. Y es la derrota que pone la Liga en manos del Valencia, sí o sí. Al Valencia le basta con ganar un partido de los tres que quedan. O menos que eso: le basta con empatar dos y perder el otro. Quizá hoy sea campeón en Sevilla.

El estruendo de su alirón se mezclará con los ecos de este derrumbe colosal del Madrid, al que en la primera vuelta vimos como algo de verdad grandioso, comparable o mejor que el de los grandes años de Di Stéfano. De aquello no queda nada. Ya no para Casillas, Ronaldo no marca goles, Zidane no está, salga o no, Raúl da lástima, Beckham ha perdido la coleta. Aquellos días sólo son reconocibles en la casta malhumorada de Figo, último testigo de lo que pudo ser y no fue. El Madrid de ahora es peor que casi todos los equipos con los que se enfrenta. Por eso pierde una y otra vez.

Es peor porque ha perdido el estímulo, porque se ha apagado el fuego interior. Demasiada comodidad, demasiada autocomplacencia, demasiados días libres, muy poco trabajo físico, nada de trabajo táctico, poco contacto con el balón. Un entrenador bizcochón, desbordado y desacreditado, perdido en su laberinto de cambios en la zona blanda, rotando a unos pavones y despreciando a otros mientras los zidanes se derrumban en su baja forma y su apatía y hasta Casillas parece otro, enfadado y como renegando de todo. Un desastre que dejará muchas enseñanzas.

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