Este partido sería bueno si nos lo creyéramos

Este partido sería bueno si nos lo creyéramos. Si no hubiera tantas bajas en la defensa. Si Trapattoni no hubiera dispensado a tantos titulares, en atención a los próximos afanes del Milán y el Roma. Si no estuviésemos seguros de que Iñaki Sáez va a administrar políticamente la fatiga de unos y otros. Si no se hubiese rodado ningún anuncio esta vez. Si en lugar de estar al frente del grupo Villar y su tropilla de imputados estuviera ahí un grupo creíble y solvente, capaz de transmitir un mensaje cálido en torno a este equipo errante, al que queremos querer y no sabemos cómo.

Y sin embargo, entre unas cosas y otras queda bastante que resolver de cara a la Eurocopa, que está ahí. ¿Qué centrales hay? ¿Se hará Raúl Bravo con el lateral izquierdo? ¿Por qué Del Horno no merece una oportunidad? ¿Podrá Xabi Alonso romper la sólida pareja Baraja-Albelda? ¿Provocará oleadas de adhesión la ausencia de Guti? ¿Qué hacer para elegir dos de entre Valerón, Raúl, el Niño y Morientes? ¿Tiene aún posibilidades Joaquín o se ha descolgado definitivamente en favor de Etxebarría? ¿Y Reyes? ¿Volveremos a verle o el colosal Vicente le ha borrado del todo?

No queda mucho tiempo para resolver estas dudas, pero me temo que tampoco será esta noche. El partido tiene el fin noble de homenajear al casi cuarentón Baggio. Ya ven. No somos sólo nosotros. También por ahí se toman a modo de festival estos amistosos, incluso cuando enfrentan a naciones de alto rango. El fútbol de clubes es mejor, atrae más, porque el de selecciones se hace cada vez con menos seriedad. Y estos partidos aparecen, cada vez de forma más evidente, como interrupciones del clímax de la Liga sin otro fin que dejar dinerillos en manos poco escrupulosas.

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