El silencio de los corderos

Cuando por fin se decidió a entrar en el tema de las revelaciones de Manzano (al tercer día), Carlos de Andrés, narrador de la Setmana Catalana para La 2, tuvo la ocurrencia de decir: "No creo que la función de un periodista sea investigar este tipo de cosas". El comentario podría ser despachado con alguna ironía sobre el estilo Urdaci de ver el periodismo, pero no sería justo. La reacción de Carlos de Andrés es la expresión profunda de cómo se vive el asunto del dóping en el mundillo del ciclismo, donde todo se sabe pero nada se quiere saber. Un ominoso pacto de silencio.

Y no hay mejor expresión de ese pacto que esos dos minutos de silencio en la salida de la última etapa. Silencio de corderos, silencio protector del salario del miedo con el que estos jóvenes van sacando sus vidas adelante, silencio protector de su noble ilusión de ser ciclistas, silencio consciente de que serlo les obliga a eso que cuenta Manzano. Al mismo tiempo que se producía ese acto, los responsables del Tour anunciaban la retirada de su invitación al Kelme. Sin entrar en más averiguaciones, fingiéndose escandalizados por este secreto de Polichinela, en una actitud extremadamente farisaica.

Esto no se arregla echando al Kelme del Tour. Esto no es un problema del Kelme, es del ciclismo y de muchos otros deportes. Se sabe y se consiente, quizá porque las autoridades confunden a los deportistas con galgos de carreras. Y los ciclistas empiezan a morir solos

y envilecidos, en cuartuchos. Y los ex futbolis-tas italianos caen como moscas por el Mal de Gehring. Y cada poco algún deportista muere de repente porque sí. Y nadie molesta lo más mínimo a los druidas que envenenan esos cuerpos, por más que sus nombres corran de boca en boca. Preferimos ver la tele y disfrutar.

Lo más visto

Más noticias