Primera | Arbitrajes

AS siempre consideró punibles los agarrones

12 de marzo de 1998, tras un Atlético-Betis: Brito: eso es falta hasta en rugby

El Comité anunció el martes sus sanciones rutinarias: un partido a Fulano, dos a Mengano y así siguiendo. ¿Y a Brito? A Brito nada, gracias. Si hubiera un afán constructivo en nuestro fútbol a Brito le hubieran suspendido por tantos partidos, por lo menos, como penaltis se comió. Le hubieran debido explicar también que eso que pasó tantísimas veces en el área del Betis es falta hasta en rugby. En rugby se puede placar, pero con reparos: al que lleva el balón y por la cintura. No se puede agarrar a cualquiera, por cualquier parte y en cualquier momento.

Este pretende ser un artículo constructivo, como lo es toda la intención de este periódico. Por eso traigo aquí una sugerencia:

que se recupere la costumbre, existente años atrás, de que en los córners el linier abandone la esquina y se sitúe en la línea de fondo, más o menos a medio camino entre las líneas laterales del área chica y el área grande. Cuando

empecé a ir al fútbol, mediados los sesenta, eso hacían todos los liniers en todos los córners. Algún día se perdió esa costumbre, y ahora hace más falta que nunca. Los defensas se toman más ventajas ahora que antes. Ya los hay que ni miran al balón en los saques, sino sólo al delantero, al que obsequian con el abrazo del oso.

Y otra sugerencia: los árbitros deben estar menos pendientes de pequeñeces. De si el entrenador discute con el cuarto árbitro, de si este jugador mira mal a ese otro o de si aquel le hace un gesto al linier. Y deben preocuparse más de lo sustancial del juego: de los agarrones en el área, por ejemplo.

6 de abril de 2001, tras un Alavés-Kaiserslautern: Si se pitaran siempre todos los penaltis...

Basta ver películas antiguas de fútbol para comprobar que los árbitros no eran, años atrás, tan permisivos en las áreas como luego les ha vuelto la costumbre. Se jugaba más limpio, más lento y con más lealtad al reglamento, y los pocos deslices que se producían en el área eran sancionados inapelablemente. Pequeños desplazamientos, leves agarrones, entradas suaves pero a destiempo... Luego, el fútbol más rápido, más duro y más tramposo, junto a la falta de ganas de los árbitros para meterse en problemas, han acabado en que la mayoría de los penaltis vayan al limbo.

¿Qué pasaría si se pitaran todos los penaltis? Una muestra la tuvimos anoche en Vitoria, donde el noruego Pedersen pitó todos los que hubo y hasta alguno que no hubo. Tres para el de casa y uno para el de fuera. Resultado: más goles, más diversión... y mejor premio para el equipo que más intentó hacer fútbol de ataque, que más apretó, que más veces fue al área contraria: el Alavés. No hace mucho en la Liga española se dio un caso parecido. De repente Japón Sevilla se dio un ataque de penaltis y el partido acabó con un resultado espectacular: Oviedo, 3 ; Valladolid, 8.

Esos cuatro penaltis de Pedersen en un partido son un trazo excepcional más en la gloriosa marcha de las panteras rosas de Vitoria en esta UEFA, en la que están dando una lección de fútbol y de categoría que vamos a tardar mucho en olvidar. Ya les veo en Dortmund, y usted también, aunque esté mal decirlo. Con y sin penaltis, ganaron bien. Con penaltis, 5-1, sin penaltis, 2-0, lo que también sería un resultadazo. ¿Habrá final española? Creo que sí, porque el cero-cero es mejor de lo que parece, pero al Barça le hará falta más juego que anoche. Mucho más.

18 de febrero de 2003, tras un Betis-Real Sociedad: El sentimiento conservador antimadridista

Ayer publicamos en la portada de este periódico la fotografía de Jauregi zarandeando a Dani. Una mano le estiraba la camiseta por encima del hombro, el otro brazo se le cruzaba por delante del pecho. Para muchos ha bastado, para otros, no. La explicación improvisada a botepronto, sobre la confusión de las imágenes de televisión y la aplicación de leyendas previas, se adecúa mejor a sentimientos previamente concebidos: Dani es un granujilla y, por supuesto, nadie quiere que la Real Sociedad gane la Liga, así que se aprovecha la ocasión para pitar penalti.

Y como culpable de fondo aparece el Madrid, al que se supone gran beneficiario. El mismo Madrid al que dos horas antes no le habían concedido un gol legal que le hubiera venido de perlas para empatar su peor partido del año. El mismo Madrid que tiene tantos puntos como el Valencia, el campeón, y sólo tres más que el Depor, campeón de Copa, a los que nadie mira. La melonada de Jauregi, transformada en atropello arbitral por los que no quieren mirar la foto, es un paso más en el imaginario de favores al Madrid, que se ha construido sobre bulos como éste.

Ese es el gran lastre del fútbol español: el Madrid como excusa, el Madrid como fantasma, el Madrid como fobia. Es un viejo sentimiento nacido al calor del barcelonismo más negligente y que muchos han comprado, a despecho de cualquier análisis. Por ejemplo, a despecho de la evidencia de que un peso welter zarandea a un peso pluma en el área y se gana con ello un penalti. ¿Que antes agarraron a Kovacevic? Claro que sí. Sólo que el árbitro no lo vio. A Jauregi sí le vio y Jauregi fue un cebollino por hacer lo que hizo. Y el que quiera engañarse al respecto, que lo siga haciendo.

25 de marzo de 2003, tras un real sociedad-villarreal: Por fin sancionan un agarrón a Kovacevic

¡Por fin le pitaron un penalti a Kovacevic! En lo que va de temporada calculo que le habrán hecho docena y media o dos docenas del mismo estilo: agarrón cuando se mueve en el área en busca del cabezazo. Y todavía hemos tenido que escuchar que "sí, bueno, pero es de los que no se pitan", o que "el agarrón es leve y no lo suficiente para..." En la imagen se ve perfectamente la mano de Arzo agarrando el cuello de la camiseta de Kovacevic y tirando hacia abajo. Kovacevic se esfuerza por elevarse pero la mano tramposa se lo impide. Eso es penalti, y penalti claro. Nada de riguroso.

Y no saben cómo celebro que por fin empiecen a pitarse estos penaltis. Tengo escrito aquí que la sensibilidad del fútbol español se ha atrofiado al respecto. La jugada se ha reiterado tanto, se ha visto tanto en televisión (hay casos como Aitor Ocio de empleo tan abusivo que repugna) que se ha llegado a la conclusión de que vale. En ese sentido es significativo que César Arzo fuera debutante. Debutaba y se sintió autorizado a agarrar de la camisa a Kovacevic en un área de Anoeta. Claro, habrá escuchado a tantos árbitros comentaristas explicar que eso vale, que se lo ha creído.

Pero me consta que los árbitros se han puesto manos a la obra porque el abuso había llegado a límites intolerables. Y es simbólico que justamente el delantero más castigado empiece por fin a ser desagraviado. Mi pronóstico, que también es mi deseo, es que a partir de ahora habrá cada vez más penaltis por esto, y en consecuencia menos agarrones. Así no nos pasará eso de que luego vamos a un Mundial y Hierro le quita la camisa a un irlandés con el aire del que hace algo cotidiano. Y los defensas que no sepan jugar al fútbol, que lo dejen. El fútbol no reconoce el placaje.

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