Casillas imbatible y Ronaldo imparable

El mejor Athletic en muchos años perdió en el Bernabéu de forma contundente. Y en cierto modo, injusta. Jugó mejor siempre, con cero-cero, con uno-cero, con dos-cero y con tres-cero. Y el suyo no fue un fútbol huero y sin peligro, sino que produjo remates bien dirigidos con mucha frecuencia. ¿Por qué perdió, pues? Pues por Casillas y por Ronaldo, que estaban del otro lado y que con la perfección de sus intervenciones (numerosísimas las del primero, no tanto las del segundo, pero igualmente perfectas) decidieron el resultado. Gracias a ellos dos el Madrid se acostó líder.

Lo de Casillas fue escandaloso. Recuerdo que hace muchos años vi a Iríbar en el Bernabéu, en un tiempo en el que el Madrid ye-yé atravesaba su mejor época. Remataron cualquier cantidad de veces, pero no hubo forma de mover el cero del marcador. Mediado el partido, todo el público tenía la convicción de que Iríbar era imbatible. No había vuelto a tener aquella sensación hasta anoche, con ese Casillas perfecto por alto y por bajo, y con la suerte añadida que siempre acompaña a los grandes de verdad. El Athletic malgastó quizá su mejor partido del año ante un portero intratable.

Y arriba estaba Ronaldo. Lo de los tres partidos sin marcar y los cambios de Queiroz le han llegado al alma. Anoche salió conjurado consigo mismo para acabar con la mala racha y marcó dos goles espléndidos (el primero, en acción rápida de control y volea, el segundo desparramando rivales en carrera larga, lo que más echaba yo en falta) y le puso otro en bandeja a Figo, y en este caso lo de bandeja no está mal traído. Más que un jugador grande, es un jugador grandioso. Contra lo que aparenta a veces, tampoco le falta amor propio. Y cuando se enfada consigo mismo es todavía más peligroso.

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