Yo digo Alfredo Relaño

Tratado de fútbol y tratado de contrafútbol

Queiroz se decidió a juntar en la media a Beckham y Guti, con lo que conformaba una alineación de ensueño. Llevo muchos años yendo al fútbol y les aseguro que nunca he visto tanta concentración de talento en una formación de salida del Real Madrid, y casi me atrevería a decir que de ningún equipo. Frente a eso, como era de esperar, Clemente colocó el autobús en el área chica, para escándalo de algunos. Pero ¿qué otra cosa podía esperarse? Clemente nunca ha sido partidario de darse alegrías ofensivas (bueno, como jugador, sí), no creo que esté en edad de cambiar y tampoco la ocasión hubiera sido propicia para ello, entiendo. El Madrid mueve el basculante y te entierra bajo un aluvión de galácticos que pueden hacerte siete.

Así que asistimos a un tratado de fútbol por un lado (con un Zidane glorioso en la primera parte y con todo el Madrid echando el resto hasta que salvó el resultado), y a un tratado de contrafútbol por el otro lado. Y digo contrafútbol y no antifútbol, porque el antifútbol es otra cosa. El antifútbol es sabotaje directo al juego: patadas, pérdidas de tiempo, inundación del terreno de juego, repintar las rayas hacia dentro para achicarlo, renuncia absoluta al ataque. Y eso no fue lo que hizo el Espanyol. Lo que hizo fue encerrarse y echar los dados cada veinte minutos a ver si caía un golito. Lo que hizo fue contrafútbol, y contrafútbol bien hecho. Bien pensado, bien trabajado durante la semana y ejecutado con interés y disciplina por los jugadores.

¿Para qué le sirvió? Para no perder por siete. Para perder por dos a uno, lo que deja muy a mano los argumentos del gol en off-side de Ronaldo y la caída de Bastía en el área. Si olvidamos que Lemmens fue un héroe, que a Raúl le anularon un gol así así, que a Guti también le hicieron penalti muy al final y que el gol del Espanyol llegó cuando el Madrid ya se cantaba una nana, podríamos hasta decir que lo que hizo Clemente le valió para casi empatar en el Bernabéu de los galácticos. ¿Es suficiente para justificar la renuncia a un partido atrevido, de ida y vuelta, que pusiera a prueba las conocidas deficiencias defensivas del Madrid? Cada cual puede opinar lo que quiera. Pero aquí al lado tienen la clasificación y el Espanyol está el último. Con ese librillo.

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