Rallies | Sanremo

Sainz y Moya se reencuentran en Sanremo

Se saludaron con frialdad después de nueve meses sin apenas contacto

efe

El reencuentro se ha producido en la ciudad de las flores, Sanremo. Casi un año después de su separación, Carlos Sainz y Luis Moya volvían a verse las caras ayer, en los prolegómenos del rally italiano. El madrileño es de nuevo aspirante al título, pero está convaleciente de su reciente operación de riñón, y el gallego debuta como director deportivo de Subaru.

"¿Cómo estás? Me han dicho que has tenido problemas?", saludaba Luis y se daban un apretón de manos. "Pues ya ves, no muy allá", contestaba Carlos. Desde la entrega de premios de la Federación Internacional de Automovilismo, en Montecarlo a mediados de diciembre, no se veían. Un par de conversaciones telefónicas ha sido su único contacto desde entonces. Recordemos que el gallego decidía dejar a su compañero aduciendo motivos económicos y que quería estar más tiempo con sus hijos, y el bicampeón tuvo que contratar deprisa y corriendo a Marc Martí.

Pero tras quince años viviendo casi a diario en el habitáculo de un coche, a pesar de la lógica tensión del reencuentro, hubo más palabras que el frío saludo. "Lo he pasado muy mal", aseguraba Sainz. "Hubiera preferido llegar con una hora diaria de entrenamiento físico en vez de atiborrado de medicamentos. Hablaré con el coche para que corra todo lo que pueda".

Moya, por su parte, explicaba sus funciones: "Aquí no voy a ejercer todavía. Vengo como observador, a aclimatarme al equipo y a mis nuevas obligaciones. Ya estuve en unos ensayos para hablar con Solberg y Makinen e ir conociendo todo. Y a partir de la próxima prueba ya desempeñaré mi nueva función".

Los ingleses le bautizan ‘Ironman’ y Sainz avisa: "No salgo en la mejor forma"

Martin Holmes, periodista británico y uno de los decanos en el Mundial, ha rebautizado a Carlos Sainz como Ironman, el hombre de hierro. "Nadie se imagina lo que duele un cálculo de riñón", narra el protagonista. "El viernes me retorcía y fui al hospital. Me pincharon y se pasó, pero luego volvió con más fuerza. El sábado me operaron, y lo peor fue el domingo cuando me quitaron la sonda. Parecía estar bien, pero al llegar a Sanremo volvió el dolor. El lunes tuve que parar los reconocimientos, y me dijeron en el hospital que si al día siguiente no se rebajaba la inflamación, deberían ponerme otra sonda. Si hubiera sido así, ahí se habría acabado el rally. Ya no me duele, pero no salgo en la mejor forma. Las he pasado canutas, aunque no debo quejarme, peor sería si hubiera ocurrido una semana después".

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