A Laporta se le ha colado un listillo

Puse la tele para ver el Gamper y se me quedaron los ojos a cuadros. ¡Ronaldinho de extremo derecha! Gane usted unas elecciones por arrolladora mayoría, recupere la fe del aficionado, fiche un crack que da para hacer película-cómic y para llenar el campo de niños haciendo el gesto del pulgar y el meñique extendidos, recupere un gran rival para el Gamper, invite a Pujol para que presencie a su lado el acontecimiento y ¿todo eso para qué? Para que su entrenador se tire el pisto de colocar a Ronaldinho de extremo derecha durante toda la primera parte y arruine la noche.

Los entrenadores son un mal necesario, como los presentadores de televisión, que cuanto menos se quieran hacer notar, mejor. Por eso me gusta Del Bosque. Y por lo mismo sospecho gravemente desde ya de Rijkaard, fichado por el único mérito de ser holandés y que anteanoche nos quiso hacer ver a todos que él conoce profundos arcanos que a los demás nos son vedados, y que aconsejaban poner a Ronaldinho donde no juega, no interviene, no luce. Para ponerle de Ronaldinho vale cualquiera. Para ponerle de extremo hay que saber algo que los demás no sabemos.

En fin, que a Laporta se le ha colado un listillo. En el pecado lleva la penitencia. ¿Por qué tenía que ser holandés u holandés el entrenador, al extremo de agotar una lista descendente hasta caer en este hombre cuyo palmarés se reduce a un descenso a Segunda? La fascinación por Cruyff, seguro. Pero Cruyff, que era un genio, tenía lo suyo. Empezó con Lineker de siete y acabó con Busquets en la portería. Le gustaba llamar la atención, como se puede recordar por los casos Romerito, Lucendo, Escaich, Korneyev, Hagi o Prosinecki. A cambio tenía otras cosas, pero este Rijkaard, ¿tendrá algo?

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