El Tour rinde viaje en París

De París a París pasando por los Alpes y los Pirineos. Hoy rinden viaje y es ocasión de hacer unos cuantos balances, todos ellos optimistas. El primero, en lo que se refiere al propio Tour, que cumple sus cien años lozano y triunfal, recuperado del serio achaque de hace muy poquitas ediciones, cuando aquello fue una especie de película de serie negra. Registros, detenciones, fugas por la frontera. Había llegado el momento en que parecía que la legislación francesa contra el doping, muy estricta, era incompatible con los usos del ciclismo. Afortunadamente unos y otros se han moderado.

Y ha sido un Tour magnífico, ganado por un campeón magnífico, presionado por un aspirante también magnífico. Tan así es esto último que, bien mirado, la diferencia final entre ambos, descontada la contrarreloj por equipos, se queda en 33 segundos. Fruto de que Armstrong ha aminorado algo (dos días de bache por una deshidratación) y de que Ullrich ha vuelto a su nivel, del que nunca debió bajar. ¡Qué grandes duelos entre ambos nos hemos perdido estos años! Y no quiero ni imaginar lo que hubiera sido este Tour con Beloki en la pomada, decidido a atacar como estaba.

Eso ha sido lo único que nos ha fallado. Esa maldita caída de Beloki cambió la historia que podría haber sido mucho más rica y emocionante, con Armstrong recibiendo ataques por dos flancos. Y sin esa caída tendríamos al menos, seguro, alguien en el podio. Un pequeñito lunar que nos ha quedado en este magnífico Tour que nos deja cuatro victorias de etapa. Nos deja a Mayo y Zubeldia consagrados, a pesar de la pacatería de Gorospe, que les corta las alas, lo mismo que se hizo a sí mismo como corredor. Y nos muestra la impecable dignidad con la que ibanesto.com vive su ocaso.

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