Armstrong administra su ventaja

El Tour está en días grandes. Atraviesa los Pirineos con tres hombres en dieciocho segundos y una tropilla de españoles tras ellos, al acecho del podio. Y Armstrong peleando por su quinto Tour consecutivo, algo que aquí miramos con recelo, porque arrebataría a Indurain la exclusividad de tan descomunal logro. Pero tranquilicémonos primero al respecto: a Indurain nadie le va a sacar nunca del olimpo. Puede hacer cinco Armstrong, puede llegar luego otro (o el mismo Armstrong) que haga seis, pero Indurain está para siempre en el olimpo de los más grandes.

Con Coppi, con Anquetil, con Hinault, con Merckx, el mejor de todos. Con Armstrong también, sí. Pero en todo caso, estoy de acuerdo: si se queda en cuatro, mejor. Y da síntomas de cierta debilidad, comparado con los años anteriores. Ya no arrolla cuesta arriba; simplemente, es muy difícil dejarle. Contrarreloj ha perdido con Ullrich. Está líder porque aún está administrando la ventaja de la contrarreloj por equipos, que ganó su equipo, US Postal. Y ojo, que no discuto aquí esa modalidad. Sólo constato que, cara a cara, ha perdido tiempo con Ullrich, Vinokourov.

Y no le queda otra contrarreloj por equipos para recuperarse. Y sus escoltas para la montaña parecen flojear también. Y Ullrich está fuerte, tan fuerte como hacía tiempo que no le veíamos. (¡Qué pena el largo túnel que ha pasado este ciclista!). Y Vinokourov va a por todas. Y Zubeldia y Mayo están ahí, con un aire todavía fresco e insolente. Y hoy tocan el Aspin, el Tourmalet y Luz Ardiden. Armstrong se nos presenta hoy como un digno y brillante campeón, pero acosado por tantos flancos como nunca lo estuvo. Si a pesar de todo gana este Tour, habrá que admitir que merece colocarse junto a Indurain.

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