El librillo de Carlos Queiroz

Le gustan más los principios que las leyes. Confía en el sentido profesional de los jugadores para hacer posible un buen ambiente de trabajo. No tiene ninguna prisa por debatir si Ronaldo está gordo o no, y le vale con decir que veintitrés goles son un rendimiento excepcional. Tampoco tiene prisa por decidir cómo va a encajar a Figo y Beckham "dos jugadores que tienen soluciones distintas para los mismos problemas". Es partidario de un equipo estable y de la continuidad, pero se resigna a que estos tiempos de setenta partidos por año exigen cierto grado de reparto de esfuerzos.

Querría una plantilla corta (veintiuno), compacta y de calidad, con la salida de acudir a la cantera para cubrir necesidades esporádicas. "Pero si por necesidades del club ha de ser más larga, lo entenderé", admite, consciente de que ahora hay muchos jugadores para colocar. Se identifica con la política del club y deja toda la impresión de que si en algo no estuviera completamente de acuerdo, sería solidario con la decisión de sus jefes. Fue respetuoso con la tarea de Del Bosque "¡Ojalá sigamos ganando títulos a ese ritmo!" y se siente capacitado para el reto que afronta.

Serio, discreto, con buena capacidad para bromear y una mente abierta, fruto sin duda de su inteligencia natural y de su largo recorrido por el mundo. Una muestra, que no creo que le enfade si la cuento. Entre bromas y veras, le recibí comentándole: "Le advierto que aquí somos casi todos delbosquistas..." Y me contestó: "Eso está bien. Lo malo sería que fueran ustedes vangaalistas". Ni que decir tiene que Tomás Guasch aplaudió hasta con las orejas. Fueron un par de horas de charla interesante, que creo que nos aprovechó a todos. Y nos quedamos con la idea de que Valdano ha acertado.

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