Brunete: añorando la inocencia

Todos los años llega por estas fechas esa exaltación del fútbol puro que es el campeonato de Fútbol a Siete de Brunete, una llama que mantienen encendida mis amigos (lo digo con orgullo) De la Morena y Zubiaur. Los clubes contribuyen entusiastas y ponen sobre el campo las últimas joyas de la cantera. Niños de once años pero con maneras ya de jugadores hechos. A veces hasta demasiado hechos. Según han ido pasando los años (vamos por la décima edición) todo el mundo ha ido tomándo más y más a pecho este campeonato y eso deja algunas reflexiones.

Porque ya no asistimos al fútbol candoroso de ediciones atrás, el fútbol jugado sin malicia, sin dobleces, con inspiración y nobleza, despreocupado y de ataque. Fútbol de niños jugado por niños que juegan bien. Poco a poco ha ido apareciendo la falta táctica, el agarrón oportuno y disimulado, la pérdida de tiempo en beneficio propio, la protesta y hasta la patada peligrosa de cuando en cuando. Este fútbol ha perdido en inocencia y ha ganado en profesionalismo. Ya sé que si tienen que ser futbolistas algún día tendrán que aprender los chicos estas cosas. Pero es demasiado pronto.

Quizá es que lo ven en la tele y lo imitan. Ahora hay tantos planos tan próximos que toda añagaza se puede ver y aprender, igual que se puede ver y aprender toda virguería técnica. O es que los entrenadores les llevan por ese camino. No me extrañaría. También asistimos a un fútbol más táctico, donde los movimientos de repliegue son esenciales, donde cada gran jugador detectado tiene en seguida un marcaje especial, con otro rival a la salida. Sé que no servirá de nada, pero yo pido desde aquí a quienes corresponda que no lleven el fútbol por ahí desde los once años. Que esperen un poco.

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