La pulsión autoritaria de Florentino Pérez

Curioso: el Madrid ha ganado la Liga y desde entonces todo ha sido un berrinche. Me figuro que si llega a perderla, hubiera convocado un suicidio colectivo en pay per view. Porque la fiesta del domingo en el campo fue poca fiesta, en Cibeles hubo escena, con Raúl pretendiendo que le pusieran al teléfono al alcalde, en Txistu se extendió el rumor de un motín para sabotear los actos de celebración de ayer y el discurso final de Florentino fue un agrio lamento trufado de amenazas veladas. Como traca final, el anuncio de las no renovaciones de Del Bosque y de Hierro.

La decisión sobre Del Bosque se tomó en una larga sobremesa, al mejor estilo de los tiempos de Lorenzo Sanz. La tan anunciada reunión de junta fue eso, una sobremesa en un restaurante. El mismo restaurante en el que Florentino se reunió con Guti para darle mimo, en una excepción colosal a sus anunciadas pautas de conducta: ya saben, seriedad, rigor, poder escalonado... Pues allí, entre humo de puros y aroma de coñac se tomó la decisión de no renovar a Del Bosque, difícil de entender. Hasta nuevos datos, sólo cabe explicárselo como un caso de fobia personal.

Porque Florentino está haciendo un experimento difícil: reunir en un mismo equipo varias megaestrellas, que van llegando, cada una de ellas, porque no soportan a su entrenador. El valor de Del Bosque es que digiere el trato con todas ellas. Pero se ve que su estética es tan incompatible con la de Fernández Tapias y como su manera de mandar lo es con la pulsión autoritaria de Florentino, obcecado con que la plantilla necesita mano dura. Las últimas horas le han servido para cargarse de razón. Y se carga tanto a un inocente, que es Del Bosque, como al cabecilla, que es Hierro.

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