"El champán, en la tienda"

Un cierto aire prevacacional se ha instalado en el Madrid, en vísperas del partido decisivo de la temporada. Beckham sonríe feliz desde las portadas, como la lujosa incorporación para el curso que viene. Avanzo en el periódico de ayer (de hoy cuando escribo) y encuentro a Roberto Carlos, en una fiesta en París, relajado, feliz y bien acompañado, por lo que hay que felicitarle. Un poco más adelante me encuentro a los matrimonios Guti y Figo, también felices y relajados. Guti hace saber en comunicado oficial que se ha reconciliado con su esposa. También hay que felicitarse por ello.

Ayer se presentaron las nuevas camisetas del club, también para el curso próximo, con presencia de varios notables de la plantilla. Todo tiene un aire alegre y confiado, como de vísperas de la fiesta de fin de curso y reparto de premios para todos, que se supone que será mañana en el Bernabéu. Pero lo de mañana en el Bernabéu no es una fiesta de fin de curso, sino un partido muy espinoso, contra un equipo que ha ido de menos a más durante la temporada, que necesita los puntos, que tiene fuerza, juego y moral y que además tiene puntería. Ha marcado muchos goles fuera.

Y que también persigue un objetivo, gordo, la UEFA, y que necesita ganar para alcanzarlo. Y sólo con el empate bastaría para quitarle la Liga al Madrid y enviarla a San Sebastián. Un Madrid centrado, con todo su potencial y la necesidad de ganar a flor de piel, debería ganar en condiciones normales al Athletic. Pero no parece que sea ese el Madrid de ahora, que tiene todo el aire de grupo alegre y confiado, con un espíritu muy alejado del que predicaba el viejo Molowny para estos casos. Siempre decía que nada de champán a enfriar: "El champán, en la tienda. Ya lo compraremos si ganamos".

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