Kluivert dejó en mal lugar a Reyna

Reyna pasará a la pequeña historia de nuestro fútbol como un verdadero desperdicio. Mitad zote y mitad gafe. Su foto deberá completar la galería que ya adornan el autogol de Vallana, el dichoso bambino de Roma, Míster Ellis y Míster Leafe, los postes del Wankdorf Stadion, Babacan, Katalinski, Schwarzenbeck, La Martona y el no-gol de Cardeñosa, Lucendo y Romerito, el penalti incorrupto de Raúl, Al Ghandour y su linier costarricense... Y por supuesto Juan Padrón y sus alegres compañeros en esos viajes optativos a los que siempre deciden optar.

Se metió Reyna con Kluivert, para salir del paso ante Pujol, y Kluivert se rehabilitó con un cabezazo tremendo. A mí me gusta Kluivert, dicho sea de paso. Me parece un jugador finísimo e inteligente, aunque le reprocho, como todo el mundo, la falta de gol. No me parece en absoluto el símbolo al que reducir los males de ese Barça que Gaspart ha destrozado a base de inocularle 30.000 millones en fichajes malos, ninguno de los cuales fue Kluivert. Reyna le ofendió gratuitamente antes las cámaras de televisión y el holandés despertó el león que duerme dentro de él.

Y eso contribuyó al saldo final de la jornada de ayer, de consecuencias felices para el Madrid. Porque antes que la Real cayó el Depor, donde la autoridad de Irureta parece sufrir hachazos cada semana. Consecuencia: el Madrid rearma su posición en la tabla, gracias a su victoria en Sevilla, conseguida a lomos de Zidane. Es lo que tienen estos galácticos: basta que uno solo de ellos esté de dulce para que el equipo gane o gane. Ayer le tocó a Zidane, cuyo partido fue como para colgar en un cuadro. Y el Madrid se encontró con aire renovado en una jornada que temía mucho.

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