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Cracks y ‘star system’

No suele ocurrir y por tanto no conviene ser alarmista, pero dar un toque tampoco parece improcedente. Ni siquiera a Beckham, que es hoy por antonomasia el futbolista estrella, el jugador de la galaxia de los focos, se le puede atribuir comportamiento de star. Pero el plante del portero Kahn —de aire tan bronco— al partido del Centenario madridista (al parecer, enfadado por la impuntualidad de Ronaldo) y el plante —más feo— de los jugadores a quienes dio igual como acababa aquel partido de lucimiento, y les daba igual el Centenario y los socios, son hechos torpes y por encima de la etiqueta, comportamientos antideportivos.

Si el deporte enseña algo (además de darnos placer) es que en igualdad de oportunidades gana el mejor. Y así, el fútbol por ejemplo, es una continua competición hacia la excelencia, pero también un antiaristocratismo en lo cotidiano. La mayoría de los jugadores (hoy multimillonarios, para algunos en exceso) proceden de medios pequeñoburgueses cuando no humildes. ¿Cabe en ese origen, y sobre todo en la ética del deporte, el comportamiento de una star, que obra según sus altibajos emocionales, o que hace lo que le viene en gana porque él es él y Santas Pascuas?

El fútbol es elitista pero a la vez popular. Enseña a destacar sin despreciar. A ser alto y excelente entre muchos, todos iguales y el mejor, mejor. ¿Qué pinta en ese democratismo la excentricidad de un niño caprichoso? Nada menos deportivo que es una star, nada más ridículo que un futbolista con modos a lo Marilyn Monroe. Florentino ha hecho bien llamando al orden. Ahora hay que ganar al Málaga.