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Entrevista Chava Jiménez

"Hubo un día en que dejé de ser persona"

El ciclista de ibanesto explica cómo ha vivido su depresión |Su novia Azucena dejó su trabajo para cuidarle | Ha empezado a entrenarse con una bici de montaña | Desea volver a ganar por los que le han ayudado.

Actualizado a
José María 'Chava' Jiménez y su novia Azucena.
JESÚS RUBIO

-Todo el mundo del deporte está muy preocupado por usted. ¿Cómo se encuentra ahora?

—Bastante mejor. Estoy ilusionado y creo que en el camino de recuperarme para volver a correr, aunque lo debo hacer sin prisa. Al menos he recuperado la sonrisa.

—Recuperar la sonrisa ya es un buen comienzo.

—Sí, es un bueno comienzo. Ahora estoy normal, ya voy superando los problemas. Tengo que seguir así para ir fortaleciéndome.

—¿Ha pasado ya lo peor o teme una recaída?

—Estoy seguro de que lo peor ya ha pasado. En la vida, igual que vienen las cosas, también se van.

—¿Qué es lo que más le está ayudando a salir?

—Sin duda, Azucena, mi compañera. En casos como éstos he visto a familias reventadas, porque una depresión es una enfermedad sin tiempo de recuperación. Muchas veces, los mismos familiares son los primeros que pierden los nervios, pero mi novia está demostrando una gran entereza con sólo 25 años. El médico le dijo que no se separara dos pasos de mí y lo está cumpliendo. Creo que deberían ficharla Camacho o Del Bosque para recuperar a los jugadores (suelta una carcajada). ¡Ah! Y mi amigo Pinchote también ha sufrido mucho conmigo. Pon eso, por favor.

—Hace unos días decidió irse de El Barraco. ¿Por qué?

—Me he dado cuenta de que estaba encabezonado. No quería salir de casa, no tenía ilusión por nada, no era yo... Y salir de casa me está ayudando mucho. Sé que física y mentalmente aún no estoy recuperado, pero lo estoy superando.

—Las muestras de cariño de la gente, después de conocerse la noticia, ¿también le están ayudando?

—También. El apoyo de la gente es exagerado. Creo que ahora me quieren más que antes. O quizá antes ya me querían y yo no me daba cuenta.

—Cuénteme alguna muestra de cariño de estos últimos días.

—Estaba en un pueblo y vinieron varios chavales a pedirme que les firmara una foto. Yo todavía no estaba bien y los mandé a paseo, pero luego me arrepentí, salí corriendo tras ellos y les pedí perdón de rodillas.

—¿Ha hablado con sus compañeros?

—Hace dos días llamé al equipo y estuve hablando con Blanco, Piepoli, Pascual... Anteriormente, sólo hablé alguna vez con Mancebo y Navas.

—¿Y qué le dijeron?

—Que están preocupados y me echaron en cara que no les llamara para decirles lo mal que me encontraba, porque todos querían ayudarme. Yo lo siento mucho, pero en los dos últimos meses no he cogido el teléfono a nadie. Ni a mi padres.

—¿Con quién hablaba entonces durante la enfermedad?

—Durante dos meses sólo he hablado con Azucena. Y también con mi amigo Pinchote.

—¿Y qué hacía? ¿No salía a la calle?

—No. He estado dos meses solo en la habitación. Sin hablar con nadie. He llorado mucho. Alguna vez intentaba hablar por teléfono y colgaba por no ponerme a llorar. Ni siquiera mis padres sabían lo que me pasaba. Cuando venían a casa, Azucena les decía que me estaba echando una siesta. Por eso me extraña que haya habido comentarios de mala fe, gente que ha dicho que mis problemas eran por salir de noche. Desde el primer día que me metí en la cama, no he salido de allí.

—¿Y cómo recuerda el primer día de su enfermedad?

—Fue a primeros de febrero. Me había entrenado más de siete horas. Entonces llegué a casa hundido. No sé por qué. Dejé de ser persona de repente. Llamé por teléfono a Eusebio Unzué y le dije que no quería correr más, que me retiraba. Que si querían, no me pagaran ni un duro.

—¿Y qué le contestó Unzué?

—Se asustó, me dijo que estaba loco, intentó calmarme... Me dijo que esperara a estar más tranquilo para reconsiderar mi decisión. El equipo se ha portado muy bien.

—¿Intentó algún día volver a los entrenamientos?

—Sí. Hubo un día que me vestí de ciclista, pero en lugar de coger la bici, me tumbé en el sofá y me quedé dormido varias horas. ¡Y eso que había estado durmiendo toda la noche! No tenía fuerzas para nada.

—¿Cómo recuerda esos días de depresión encerrado en su casa?

—Perdí la noción del tiempo y no recuerdo apenas nada. Es como si no hubiera existido. No sabía ni en qué día vivía. Es como si esa parte de mi vida estuviera borrada totalmente.

—¿Por qué le ha ocurrido la depresión? ¿El cumplir los 31 años? ¿El miedo al fracaso?

—No. Ni me pesan los años, ni tengo miedo al fracaso. Yo creo que me ha ocurrido algo que le sucede a mucha gente: una depresión. La diferencia es que yo soy muy impulsivo: todo o nada. Y me ha afectado más.

—¿Va a volver al ciclismo?

—Sí. Cuando dije que me retiraba, fue en lo peor de la enfermedad. Mi idea es competir dentro de un mes y medio, Pero no sé cuánto voy a tardar.

—¿Ya monta en bici?

—Ayer cogí la mountain bike y subí un puerto de primera. También ando mucho, nado, voy al gimnasio, esquío... Pero me cuesta mucho. Me gana hasta Azucena. A este paso voy a acabar como Ramontxu con Somarriba, voy a ser yo el manager y ella la estrella (los dos se parten de risa).

—El que su depresión se publicara, ¿le ha ayudado o perjudicado?

—Me ha ayudado en el sentido de que la gente me ha dado muchas muestras de cariño, pero no me ha gustado que se hayan insinuado cosas sobre mi vida nocturna. Eso me ha dolido, porque no he salido de casa. Ha habido una persona por ahí que ha dicho muchas tonterías. Es un anormal de mi pueblo que no se merece ni que le conteste.

—¿Por qué no se hizo pública antes su enfermedad?

—No sé. Estoy sorprendido de que no se haya sabido antes, porque no es normal que alguien se tire dos meses en la cama y nadie se entere.

—Ahora que ya se encuentra mejor, ¿a qué dedica el tiempo?

—Estoy haciendo algo de deporte. Poco. Me gusta mucho andar, ir a la piscina... También hago cosas que antes no hacía. Leo bastante, pinto, escribo, hago puzzles... Creo que la enfermedad y la medicación me han cambiado los biorritmos (se ríe). Éste es otro Chava.

—¿Qué final le pondría usted a esta historia?

—Cada vez que pienso en un puerto de la Vuelta, y no voy a decir el nombre, me dan escalofríos. Quiero ganar allí y dedicárselo a mucha gente.