Tócala en La Catedral

Zinedine, el bailarín de los ojos azules, el verdadero Luis XIV del fútbol europeo, se doctorará mañana en San Mamés. Una plaza de primera. Un escenario con aroma, que rezuma fútbol por sus cuatro esquinas. Desde 1989 me acostumbré a viajar con mis amigos hacia el Bocho cuando el Athletic se medía al Real Madrid. Parada previa en Lerma para tomar una tortillita de chorizo y rumbo al escaparate donde Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza habían logrado que a mi abuelo Fernando se le hinchase todavía más el pecho presumiendo de su dichoso Athletic. Metidos en otro siglo y con los DVD y la ingeniería genética de moda, Zidane llega a un lugar importante, venerable, que merece una de sus mejores obras.

T ras el apagón que el marsellés sufrió en Málaga, por culpa del espléndido marcaje del indultado Romero, el Maestro debe resurgir. Zidane ya jugó en La Catedral con la Juventus hace cuatro temporadas en un partido de Champions en el que apenas la olió. Normal. El Athletic de Luis Fernández apretó mucho, los italianos sólo pensaban en no encajar goles y un tipo con la imaginación y la astucia de Harry Potter y Orson Welles no podía brillar entre la ignominia. Pero ahora es diferente. Macca le puede aconsejar a Zizou. El gentleman marcó un golazo en su estreno con la camiseta blanca en San Mamés y siempre rememora ese partido. Es como el Bernabéu. Un estadio donde la gente entiende de fútbol y sabe apreciar las virtudes del rival. Recuerdo como ovacionaron en su día un golazo de Stielike o a Juanito en su adiós. Zizou, es tu noche. ‘Tócala otra vez, Yaz’.

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