JUEGOS DE INVIERNO

Milagro en Pekín: "Soy del 1% con esta fractura y sin daño cerebral"

Colby Stevenson, tras un accidente de tráfico, sufrió importantes lesiones en el cráneo en 2016. Hoy, debutando en unos Juegos, ha accedido a la final de Big Air.

Richard HeathcoteGetty Images

Acceder a unos Juegos Olímpicos siempre es un milagro. Es necesaria la confluencia de talento, esfuerzo, sacrificio y, en casi todas las ocasiones, esa pizca de suerte que marca la diferencia entre los mejores. En el caso de Colby Stevenson, las dimensiones del milagro se multiplican. Hoy, junto a los españoles Thibault Magnin y Javier Lliso, ha debutado en Pekín, accediendo a la final de Big Air como quinto y con 174,25 puntos; en 2016, sin embargo, estaba luchando contra la muerte. En su caso, la afirmación no tiene ni un ápice de exageración. "Estoy en el 1% de las personas que tienen este tipo de fractura de cráneo y no tienen daño cerebral", explica el esquiador estadounidense en el podcast My New Favorite Olympian. "Mi cerebro se hinchó ocho milímetros y a los nueve es cuando comienza el daño cerebral", precisa.

Tras semejante parte médico, que incluye lesiones en 30 puntos del cráneo, un cuello "aplastado como un acordeón" y costillas rotas, se halla un brutal accidente de tráfico al volver de una competición de freeski. "Me desperté en una cama del hospital con mis seres queridos alrededor. No sabía qué había pasado", relata para el canal oficial de los Juegos Olímpicos. Después de conducir durante casi 800 km, el sueño venció a Stevenson. Cerró los párpados y la camioneta que conducía volcó varias veces, con el techo hundido por completo. Venía de haber sido seleccionado como el mejor esquiador de la semana en el evento, en Mount Hood (Oregon), y el horizonte era totalmente incierto, con la posibilidad del destino más fatal sobre la mesa.

Como él mismo explica, afortunadamente, entró a formar parte de ese minúsculo grupo de personas que esquivan el peor desenlace, pero, por delante, vislumbraba un arduo camino. Uno que, difícilmente, podría recorrer encima de los esquís. "Mi cráneo estaba a la vista y había una enorme herida abierta. Era difícil mirarse al espejo, pensaba que todo había terminado", describe. Nada más lejos de la realidad. Tras varias semanas en el hospital, de analgésico en analgésico ("fueron un poco borrosas, estaba muy medicado"), y un mes postrado en su cama, totalmente asistido por su madre, Colby se proclamó campeón de la Copa del Mundo en la modalidad de slopestyle. En 2017, sólo ocho meses después del accidente. Un desgarro muscular le impidió estar en PyeongChang, pero nada le ha podido frenar en su camino a Pekín. El camino de un milagro olímpico. Que sigue.