"La historia dice que el hockey luche por la medalla en Tokio"
Miki Delàs y María López, capitanes de la Selección española, y Santiago Deó, presidente de la Federación, visitaron AS en los Desayunos Olímpicos.
Miki Delàs y María López, capitanes de las selecciones de hockey hierba, se levantan cada mañana y se repiten: "Hay Juegos Olímpicos. Así que este es mi año, hay que trabajar duro, hacer sacrificios, porque si conseguimos una medalla valdrá la pena, será algo para toda la vida". Y esa es su apuesta, por la que apartan trabajos, horas con la familia, con los amigos. Tokio 2020 es la meta final. "Soy optimista, a entusiasmo, dedicación y actitud no nos va a ganar nadie", cuenta Santiago Deó, árbitro de la final masculina de Barcelona 1992 y presidente de la Federación Española desde hace 11 años, de salir de la crisis a "saber gastar euro a euro". El dirigente y los dos jugadores visitaron AS.
"La historia dice que tenemos que luchar por una medalla en Tokio", reivindica Deó. Y así es. En Roma 1960, en una época en la que los podios olímpicos llegaban en cuentagotas, unos intrépidos jugadores plantaron cara a India y Pakistán y fueron bronce. Después llegarían tres platas masculinas, en Moscú 1980, Atlanta 1996 y Pekín 2008. Las mujeres subieron a la cima con el oro de Barcelona 1992. Así que la responsabilidad histórica es bien justificada. "Todos los rivales saben que somos equipos peligrosos, que estaremos ahí. Si nos pueden evitar, lo prefieren", sigue Deó, que tras los Juegos se presentará a la reelección.
Delàs, barcelonés de 34 años y jugador del Barça, disputará sus terceros Juegos seguidos. Ya tiene dos diplomas en casa, pero el grupo quiere más. La plata europea de 2019 da alas al grupo que dirige Fred Soyez. "Pasamos más de 120 días por temporada juntos, porque también jugamos la ProLeague (una liga mundial) y hacemos concentraciones. Esto es algo que se cocina despacio, a fuego lento para llegar a ser un gran equipo".
María López, gijonesa de 30 años, también tiene en casa el diploma de 2016. Ahora quiere un paso más. "Tenemos ese objetivo del podio, aunque nos ha tocado un grupo complicado. Pero bueno, el equipo es más maduro que en Río y venimos de ser bronce mundial y europeo, ¿por qué no una medalla olímpica en los Juegos de Tokio?". El estadio de Oi espera, pero sólo 16 de las 30 que acuden a las concentraciones: "Ese es otro estrés añadido, porque te puedes jugar la plaza con una compañera de habitación".
El equipo femenino está dirigido por Adrian Lock, un inglés que lleva media vida dedicado al hockey en España. "Nos conoce a todo el equipo desde júniors, porque nos entrenó a muchas. Nos ha profesionalizado muchísimo, con mucho trabajo físico y mental, con un psicólogo".
Ambas selecciones tienen técnicos extranjeros. Lock es inglés, Soyez es francés. "Lo importante es que somos competitivos. El hecho de que viniera una figura externa a los clubes es bueno, porque no está vinculado con nadie", dice Delàs. Así se evitan suspicacias, porque el hockey está profundamente vinculado a los clubes y es un deporte muy de familias. "Es imposible de entender sin esto", ratifica Santiago Deó, que reconoce que en ocasiones la Liga Nacional se ve muy paralizada por los partidos de selecciones.
María López, que ahora milita en el poderoso Club de Campo, comenzó a jugar al hockey por su hermano en el club Covadonga de Gijón, aunque confiesa que en su tierra no era un deporte "normal": "Cuando llevaba el stick con la funda la gente me decía si llevaba una guitarra". Más normal era para Miki Delàs, que se formó en la cantera del Barça: "Mi padre jugaba y ahora a los 66 todavía coge el stick y me pide trucos y nuevas técnicas".
¿Y estos jugadores y jugadoras que miran a medalla olímpica son profesionales? "Vivir del hockey en España no se puede. La mayoría lo compagina con estudios y trabajo, porque exclusivamente no es posible. Hay clubes que dan ayudas, también está el ADO...", relata Deó con honestidad.
Delàs, que trabaja de community mánager de una farmacéutica india, da su versión: "El hockey en España es semiamateur. Contadísimos pueden vivir de ello. La parte buena es que desde pequeños los que lo juegan lo saben. Me atrevería a decir que más del 90% de los que lo practican estudian carreras. El hecho de no ser profesionales, nos obliga a otras tareas". Delás hace su trabajo online: "A veces mi compañero me dice que por qué estoy despierto con el móvil a las 4:30 de la mañana. Claro, es que en India es de día".
María López reconoce que lo de trabajar "no es tan fácil": "Las empresas suelen ver difícil compaginar un puesto laboral con el hecho de que estemos tantos días fuera y de viaje. Y a nivel de clubes, son muy pocos los que pagan a los jugadores".
López y Delàs vivieron la experiencia de jugar fuera, en países profesionalizados. Ella lo hizo en Holanda, él en Bélgica: "Allí te das cuenta de que puedes ser profesional, afrontas este deporte de otra manera. Pero es que, por ejemplo, en Bélgica hay fútbol, ciclismo y luego ya es hockey".
Sacrificio, muchos entrenamientos... "Hay que tener claras las prioridades, porque este es un tren que pasa y hay que coger fuerte", cuenta Delàs. Por eso el coronavirus es una preocupación. Un contratiempo a tantas horas de entrenamiento. "Sería una pena que no se celebrasen los Juegos, pero la salud es lo primero. Si no tuviera la seguridad de que el riesgo es cero, que se suspendan", dice Deó, que también está en la Comisión Científico Médica del Comité Olímpico Español. "Es algo que me quita el sueño, la verdad", reconoce María López. Delàs tiene otra filosofía: "Los deportistas debemos trabajar día a día como si no pasara nada. Luego a ver qué sucede. Si es cierto que hay una psicosis y que se habla de pandemia".
Para crear nuevos talentos de hockey y huir del cliché de deporte de familias, Delàs aboga por un método de crecimiento. "En el Barcelona tenemos instalaciones en Hospitalet, queremos introducirlo en las escuelas, como actividad extraescolar. Es un deporte muy tradicional, de familia, pero queremos abrir la puerta a todo el mundo". Un gran espacio para hacerlo accesible es el hockey sala, que se puede jugar en pabellones polideportivos. También en los Juegos de la Juventud de 2014 se probó el hockey 5. "Pero nosotros tratamos de defender el de once jugadores", afirma el presidente.
Porque en España apenas hay 20.000 fichas, que contrastan con la de los rivales europeos como Holanda, Alemania o Bélgica, que en algunos casos llegan a las 250.000 licencias. "Eso es una tónica en el deporte español, se saca el gen competitivo todas las veces. Se ganan medallas o no, depende de la época, pero siempre estamos ahí", reflexiona Deó.
El hockey hierba ha cambiado de manera radical, sobre todo a partir del cambio de la hierba. "Antes se jugaba en natural, en artificial. Los campos son más baratos", dice Deó. Y también vino una modificación en el orden mundial. "En India y Pakistán eran muy técnicos y en ese terreno más lento lo aprovechaban, ahora ves a los jugadores y tienen un físico imponente. Podrían hacer deportes de cualquier tipo". También habla Delàs de la velocidad de la bola: "Ahora los jugadores tienen la bola entre cinco y diez segundos de media. Es muy rápido. La cámara de televisión puede tener problemas para seguir la bola". Por eso se ha hecho de color amarillo y algunos campos son azules.
El hockey también fue uno de los deportes pioneros en introducir el VAR. El árbitro lo puede pedir y cada equipo tiene una oportunidad de solicitar una repetición de una jugada. Como el ojo de halcón en tenis. Con esas normas, esa velocidad, la incertidumbre del coronavirus y miles de horas de trabajo, el hockey hierba español mira a los Juegos de Tokio. "La tradición manda que apuntemos a medalla".