Vinicius, del brazalete al apagón
En su partido 300 se le vio mohíno en el Villamarín. Y volvió a las andadas. Se ganó una tarjeta por protestar... y ya suma 12 amarillas este curso.

La tarta volvió intacta a la nevera. Vinicius no pudo celebrar, ni individual ni colectivamente, su partido 300 como madridista. Es más, probablemente sólo quedará como recuerdo la camiseta conmemorativa que le entregó el club. Jugó en el Villamarín, pero a efectos prácticos fue casi como si no lo hubiera hecho. En carnavales, momento que dispara la sangre de cualquier nativo de Río de Janeiro, se vio en Sevilla al Vini menos rumboso y más despistado. Sólo un remate (aunque fue a puerta, parada relativamente sencilla de Adrián) y mucha bala de fogueo (apenas cuatro regates en once intentos).
También se evaporaron los elogios que recibió por su comportamiento, acorde a la dignidad del cargo, como capitán en Anoeta. En el Villamarín, con el brazalete en el brazo de Modric, al brasileño le regresó el descontrol. Se ganó la amonestación en el minuto 86 por protestar a Hernández Hernández al grito de “¡Siempre a mí, siempre a mí!” y con ella son 12 amarillas esta temporada, cuatro más que los dos siguientes (Modric y Bellingham, con ocho). Sale a cartulina cada tres partidos (12 en 35 encuentros). Números de central leñero de los ochenta en el cuerpo de una superestrella que tiene el The Best en su casa...
Y gracias, porque el 7 volvió a transformarse en un volcán islandés y se enzarzó haciendo pareja con Lucas en una tangana con varios futbolistas béticos a segundos del pitido final. De nuevo haciendo malabarismos con fuego en la cuerda floja y sin red. Una vuelta a las andadas que desluce la terapia de la capitanía.

Tras Iker y Raúl
Aunque seguramente no guarde este partido en su videoteca, Vini sí que tiene motivos para congratularse por ese tercer centenario en su hoja de servicios madridistas. Es el 45º futbolista que consigue alcanzar los 300 partidos oficiales con el primer equipo blanco. Lo hizo con 24 años y 232 días y sólo lo consiguieron, más jóvenes que él, dos leyendas como Casillas (24 años y 165 días) y el precoz entre los precoces, Raúl (23 años y 154 días). El 301, el del martes, con el Atleti, en la Champions y medio planeta mirando, es el de la redención.
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