Tapia vuelve a quedarse sin sitio
El mediocentro peruano es el sacrificado por la entrada de Veiga en el once. La pasada campaña vivió una situación similar y solo jugó un partido como titular en la segunda vuelta.
Tres son multitud y no tienen cabida en la sala de máquinas del Celta. La irrupción de Gabri Veiga en el once contra el Betis supuso que tras cinco titularidades consecutivas Renato Tapia se quedara de inicio en el banquillo. El internacional peruano, al igual que sucedió la pasada temporada, vuelve a ser el sacrificado para que la medular celeste juegue en rombo.
Indiscutible, tanto para Óscar García como para Eduardo Coudet, en su primer año en Vigo, el centrocampista perdió el puesto a principios de este año. Fran Beltrán lo adelantó en el orden de preferencias del Chacho y fue el elegido desde el mes de enero para ejercer de guardaespaldas de Denis Suárez. En toda la segunda vuelta de la pasada campaña Tapia solo participó de inicio en un partido de Liga, el 1 de mayo en Granada.
La actual temporada empezó de la misma manera para el limeño. En la primera jornada Coudet apostó por el rombo en el medio, con Óscar Rodríguez por delante de Beltrán. Sin embargo, el experimento no funcionó en los primeros 45 minutos ante el Espanyol y Tapia entró en el descanso, generando una considerable mejora en el juego céltico. El doble pivote de corte defensivo junto al madrileño se consolidó como fórmula para arrancar los partidos, pero al Celta le faltaba verticalidad en la medular y el primer parón por fechas FIFA lo aprovechó el cuerpo técnico para darle una vuelta al centro del campo.
El peruano se marchó con su selección siendo titular y cuando regresó comprobó que su sitio contra el Betis iba a estar inicialmente en el banquillo. Veiga se estrenó en un once del Chacho en Liga y aprovechó al máximo la oportunidad, siendo el hombre del partido. El canterano se ha ganado gozar de continuidad, lo que limita las opciones de Tapia de volver al once. Si quiere entrar en la alineación debe desbancar a Beltrán, que parece intocable a pesar de no atravesar su mejor momento.