El Real Valladolid protagoniza el festival del horror en 10 minutos

Las buenas noticias, las buenas sensaciones, en el Real Valladolid duran poco. Después de parecer que los blanquivioletas habían sido recuperados para este deporte frente a los equipos asturianos, fichajes mediantes, volvieron a caer en la más anodina indiferencia futbolística. Ya no es que el Pucela aburra a las ovejas, si todavía ganas... Aquí ya se dijo cuando se encadenaron cinco victorias sin jugar a nada: pan para hoy y hambre para mañana. Hoy no comemos.

El problema está en que presionando bien, robando muy alto, eres incapaz de crear ocasiones, de poner en problemas al portero contrario, de tener unos mecanismos para atacar a una defensa que no se puede decir que se cerrara. No es de hoy, ni de ayer, ni del mes pasado. La temporada pasada en los dos últimos encuentros ante el Almería y el Getafe empataste a cero sin tirar a puerta y sabiendo que habiendo ganado uno de los dos estabas salvado. El problema viene de largo.

Y luego viene la verbena de los últimos 10 minutos. Festival del horror. Indescriptible, pero definitorio de lo que es el Real Valladolid de Pezzolano. Porque si el primer gol es un despiste de Boyomo en la marca, el segundo es una verbena digna de las fiestas patronales de cualquier localidad. El equipo había defendido bien, pero se fue del encuentro 10 minutos antes del partido, craso error. Las desconexiones, muchas veces provocadas por los carruseles de cambios, pueden costar un ascenso.

Tampoco se puede decir que la victoria pucelana hubiese sido justa porque antes de que Boyomo adelantara a los blanquivioletas, el Andorra pudo hacer tres goles. El penúltimo clasificado, el equipo que no había ganado en 2024, le hizo 13 ocasiones, seis disparos entre los tres palos, chocando con dos largueros, por ocho pucelanos, dos a portería. Balance escasísimo se mire por donde se mire por mucho que Pezzolano se empeñe en resaltar los atributos de su rival. Y es que a los de abajo no se les puede ganar porque se cierran mucho o juegan muy bien y a los de arriba tampoco porque son buenos equipos, por lo que concluimos que el Real Valladolid, decimotercer club histórico de la liga, segundo presupuesto de la categoría, recién descendido no tiene manera de ganar partidos más allá de por la calidad de sus jugadores.

En las últimas 10 jornadas, el Real Valladolid ha ganado dos partidos, ha perdido cuatro y empatado otros cuatro: 10 puntos de 30. Imposible ascender con esos números, imposible ascender si un plan efectivo de fútbol. Porque el conjunto blanquivioleta no se asocia por dentro, no llega a la línea de fondo, no logra filtrar balones a la espalda de los centrales y tampoco está acertado en el remate cuando se centra desde tres cuartos... Un desastre europeo.

Y luego está lo que dice el gran Jesús Domínguez: “El Pucela falla siempre donde nunca debe hacerlo”. Andorra se suma a esa larga lista con nombres como Miranda, Palamós o Sevilla Atlético. Rivales ante los que el Real Valladolid perdió más que tres puntos en momentos donde podía dar pasos claves para el ascenso. Veremos si el tropezón en el Principado se puede arreglar.

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