Relatos del Camp Nou (XIV): Una novia guapísima de Santander
Cada vez que alguien dice o escribe Nou Camp, mueren millones de gatitos, es como decir Bernabéu Santiago o Mamés San, en vez de Santiago Bernabéu o San Mamés, pero eso ya se asume como otra batalla perdida.
Francesc Miró-Sans accedió a la presidencia del Barcelona por los pelos en 1953. Una diferencia de 307 votos (8.767 contra 8.460) le dieron la victoria ante Casajoana en una elecciones en las que hubo sufragio universal (inédito en esa época fascista), a excepción, eso sí, de las mujeres. El primero, con 37 años representaba la idea de la aventura de cambar Les Corts por un campo nuevo, es decir, Camp Nou (nota: Cada vez que alguien dice o escribe Nou Camp, mueren millones de gatitos, es como decir Bernabéu Santiago o Mamés San, en vez de Santiago Bernabéu o San Mamés, pero eso ya se asume como una batalla tan perdida como que Cucurella sea pronunciado como un postre italiano (Cucurel·la) o Cesc como un tag de Youporn (Sex Fàbregas).
El caso es que las elecciones las ganó Miró-Sans, que necesitaba un banco para que le financiara una obras que iban a costar un riñón.
El banco elegido era la Banca Mas-Sardà, pero una entidad bancaria que quería instalarse en Barcelona y que tenía a un joven presidente llamado Emilio Botín, fue a ver a Miró-Sans. “Mire presidente, tiene la suerte de tener dos novias: una guapísima de Santander y otra catalana que no es tan guapa”. Ganó la de Santander.