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Real Champions League

Es real. Sí. Ya es Real. Real Champions League. Cuesta creerlo. Pero el sueño ya es real. Muy de la Real Sociedad. Los violines del himno de la Champions volverán a sonar en el Reale Arena. Diez años después, en lo que empieza a ser una bonita y bendita tradición en San Sebastián (Aunque no nos importaría que llegara cada menos tiempo). Primero fue en 2003, después en 2013 y se repite en 2023. Es cíclico. Y tocaba. Pero con decirlo no basta. Luego hay que merecerlo, y convertirlo en realidad. Y eso lo ha hecho posible Don Imanol Alguacil. Ha dado sentido al proyecto del arquitecto Roberto Olabe, ideado gracias al convencimiento y la ambición de Jokin Aperribay en los despachos.

Otra vez Imanol, sí. Eso es lo que tenemos que decir de manera obligada. Lo ha vuelto a hacer. Demostrando que es ya un entrenador de leyenda en la Real Sociedad. Una Copa del Rey y cuatro clasificaciones europeas seguidas. En cuatro años al frente del primer equipo txuri-urdin. Y la última clasificación con sabor y color de Champions League. Es impresionante. Para quitarse el sombrero. Recuerdo que al principio de esta temporada se habló de dar un paso adelante. Como si volverse a meter en la Europa League no fuera suficiente. Después de tres viajando por la segunda competición continental, se pedía más y hablaba de ambición y soñar a lo grande. Dicho y hecho. ¿Les parece poco paso clasificarse para la Champions una década después con una jornada de antelación? El tan cacareado paso creo que está más que dado. La Champions es Real.

Y lo es con todo el merecimiento del mundo. Quitando los tres grandes de nuestro fútbol, ningún otro equipo de Primera se ha merecido tanto clasificarse para la Champions como la Real de Imanol. Porque se ha pasado el 90% de la temporada entre los cuatro primeros, rompiendo todo tipo de registros históricos del club y echando abajo bestias negras con la facilidad con la que uno sopla una baraja de naipes y la tira al suelo. Y porque el oriotarra ha logrado confirmar un equipo fuerte como el roble en defensa y creativo en ataque como el más imaginativo de los artistas. Capaz de amoldarse al rival y de anular con su juego a su rival, de ser brillante con la pelota y punzante al contragolpe, y de cambiar de sistema sin que su rendimiento se resienta. Esta Real ha logrado ser todo lo competitiva que siempre se le ha exigido, y al mismo tiempo es eficaz y dominante. Un equipo que no se ha caído en toda la temporada, que se ha mantenido de pie hasta en sus momentos más delicados. Por eso, la lógica debía derivar en este resultado: la Real es de Champions.

Puede que esta noche no derrame tantas lágrimas como hace cuatro años en Riazor. El contexto es diferente. Pero os puedo asegurar que estoy tan emocionado como las dos veces en las que he vivido una clasificación para la Champions de la Real Sociedad. No es para menos. Algunos quizá no lo entendáis, pero para un club como la Real esto que ha conseguido, a pesar de perder en el Metropolitano y gracias a la derrota del Villarreal en Vallecas, es casi como ganar un título. No tiene el mismo valor, lógicamente, porque una copa es una copa. Pero sí el mismo mérito. Porque supone ser el campeón de liga de los mortales. Para que pongamos en contexto la hazaña que ha conseguido Imanol con todos sus jugadores, una plantilla que pasará para siempre al recuerdo de la afición realista. Es que es imposible no emocionarse con algo así. Cuesta muchísimo, y hay que aprovechar todo tipo de circunstancias. Muchas gracias Imanol. Muchas gracias a todos y cada uno de los jugadores, al resto del staff técnico, a los trabajadores y a todos los consejeros. Gracias por permitirnos tocar de nuevo el cielo europeo futbolístico. Gracias por permitir a la afición viajar en primera clase por el continente. El 31 de agosto será el sorteo de la fase de grupos. Ya tengo mariposas en el estomago. Ya empiezo a pedirme rivales. ¿Vosotros no? ¿A qué esperáis? La Champions es Real. Real Champions League.