Plebiscito con Mbappé
Se reencuentra con el Bernabéu tras tocar fondo en Anfield con estadísticas escalofriantes. El club le arropa, pero el ‘runrún’ en Chamartín acecha...
Pulgar arriba o pulgar abajo. Ahora que Gladiator 2 triunfa en los cines, Kylian Mbappé se someterá este domingo contra el Getafe al juicio del Bernabéu. El coliseo de Chamartín se reencuentra con el crack en el peor momento de su incipiente carrera como madridista. Anfield no sólo no ejerció como vehículo para su resurrección, es que se generó el efecto contrario con ese penalti fallado. El peor mazazo posible. Ya no son síntomas, el problema es cuantificable. En Champions apenas cuenta con un pírrico gol en 23 disparos. La estadística avanzada le arroja a las fieras: su tasa de conversión en gol de los expected goals o goles esperados es la más baja entre las cinco grandes Ligas europeas...
El Real Madrid está en pleno intento interno, a todos los niveles, por evitar que Kylian se sienta abandonado a su suerte. Ancelotti fue firme al pedir respeto a su estado mental, el vestuario se arremolinó en Liverpool para mostrarle su apoyo con Bellingham al frente (”La presión que tiene Kylian, por lo bueno que es, es inmensa, pero debe mantener la cabeza alta, porque seguirá produciendo grandes momentos para este club”) y presumiblemente la Grada de Animación del Bernabéu volverá a corear su nombre, como recientemente contra Osasuna.
En los últimos días la consigna que exuda el club es que Mbappé no está solo, pero el Bernabéu es un ente propio y Mbappé ha recibido amagos de pitadas. La primera, en el Clásico. Antes que eso, se cierne sobre el astro el temido ‘runrún’, la antesala al concierto de pito.
La mirilla desajustada
Buena parte del trecho para recuperar la confianza plena y sin fisuras del madridismo es recuperar el veneno. Los nueve goles de Mbappé en su andadura en el Real Madrid son una cifra respetable, pero enmascaran lo que trasluce el astro francés en cada partido: que está muy escasquillado. No es sólo su lenguaje gestual, o la sorprendente baja efectividad en los unos contra uno, la estadística avanzada muestra su descalabro en efectividad. Los expected goals o goles esperados son una métrica utilizada en el fútbol que da más información sobre la calidad de las oportunidades generadas. Si hay más probabilidades de que terminen en gol o no. En esa métrica, que desde hace tiempo forma parte del día a día de los clubes, Mbappé se ha despeñado. Es al que más le cuesta transformar en gol las ocasiones. Incluso con menos acierto que jugadores de su estilo pero mucho menos fiables tradicionalmente que él, como su compatriota y amigo Ousmane Dembelé.
Para colmo, acude al Bernabéu un Getafe de Bordalás que en el pasado se labró el título de ser el equipo de Primera que menos tiempo de juego permite. Un contexto poco halagüeño para Mbappé, que no podrá contar con Vinicius de desatascador como contra Osasuna y Leganés. Es un plebiscito con su gente antes de tener que echarse a la carretera. Tras los azulones, cuatro encuentros fuera: San Mamés, Montilivi, el viaje a Bérgamo y Vallecas, uno de los lugares más incómodos para el Madrid reciente y un reducido campo que no invita a las galopadas de Kylian. Para Mbappé, el margen de error es, ahora, cero.
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