Luis Aragonés, 50 años de su peculiar debut como entrenador: “No lo pensé mucho...”
El Sabio pasó de ser jugador del Atlético a dirigir a la plantilla en un instante tras pedírselo Vicente Calderón. Después batió récords en la Liga y fue leyenda rojiblanca y de España.
La leyenda de Luis Aragonés en el fútbol va mucho más allá de los números, pero estos también impresionan. En Primera jugó 360 partidos, pero como técnico la cifra se dispara: 756 encuentros (el que más de la historia) en 25 temporadas diferentes (el que más también), de los que ganó 344 (efectivamente, el que más). El Atlético fue el equipo de su vida y donde inició su carrera en los banquillos de forma bastante peculiar, porque pasó directo de ser futbolista de la plantilla a ser el entrenador de la misma. De su estreno, un Valencia-Atlético en el Luis Casanova (1-1), se cumplen hoy 50 años.
“Me llamaron ayer (lunes) a las ocho y media de la noche, me dijeron que si quería hacerme cargo del equipo y no lo pensé mucho. Dije que sí porque es una forma más de servir al club”, explicó Luis a AS, tras dirigir el primer entrenamiento de su carrera, sobre el momento en el que le ofrecieron sustituir en el cargo a Juan Carlos Lorenzo. Dos días antes de ser presentado había jugado contra el Sporting (2-2) sin saber que sería su último partido. Seis meses antes había marcado en la final de la Copa de Europa y pensaba retirarse al final del curso, pero todo se precipitó. Tenía 36 años y ya entonces era El Sabio.
En un instante, el compañero pasaba a ser el jefe del vestuario para los Gárate, Irureta, Adelardo, Ayala y compañía. Ellos lo llamaban El Maestro. “He sido valiente porque, aunque las cosas están claras, la papeleta es complicada. Están aún en el equipo jugadores que, durante siete, ocho, nueve años han sido compañeros en el terreno de juego hasta el domingo. Aunque, por otro lado, esto también me permite conocer perfectamente a la gente que tenemos”, añadió desde el propio estadio del Manzanares. “Será difícil, empiezo una carrera. A los jugadores les pido colaboración, respeto, entereza y amistad. Y a los aficionados, que se pongan en mi lugar”, valoró.
El salto de jugador a entrenador llamó la atención de todos en aquel momento. “Desde que he hecho los cursos de entrenador ya miraba a los equipos de otra manera, no solo como jugador. Sobre lo de estrenarme como míster en un equipo como el Atlético, ya he dicho que es difícil, pero entre todos, con la ayuda de Peiró, intentaremos poner al equipo donde corresponde”, relató Luis. El reto era complicado porque el equipo estaba muy bajo de moral y apenas se había reforzado tras alcanzar la final de la Copa de Europa. Solo llegaron Leal y Marcelino y habían salido Ovejero y Ufarte.
El Sabio fue el protagonista absoluto de la semana. “Lorenzo pecó de buena persona. Luis restablecerá la autoridad”, analizó Gárate. Y llegó el día del debut, 1 de diciembre de 1974. Para más desafío, el Valencia tenía una prima especial de 50.000 pesetas por ganar al Atlético. A Luis no le intimidó. “Jugaremos en 4-4-2, pero por momentos puede convertirse en 4-3-3 o en 4-2-4″, relató en la previa. Lesionado Gárate, formaron Reina; Melo, Heredia, Capón, Adelardo, Eusebio (Benegas, 16′), Alberto, Salcedo, Ayala, Irureta y Becerra y el equipo arañó un 1-1, gol de Irureta. “Se sufre mucho desde el foso...”, reconoció Aragonés.
A partir de entonces, lo demás es historia del fútbol español, especialmente del Atlético y de la Selección. Luis se sentó en el banquillo rojiblanco en siete etapas diferentes, las tres primeras de forma casi consecutiva y algunas del total como solución de emergencia (1974-78, 1978, 1979-80, 1982-86, 1987, 1991-93, 2001-03). El Sabio conquistó una Copa Intercontinental (1975), una Liga (1977), tres Copas (1976, 1985 y 1992), una Supercopa de España (1985) y, no menos importante, un ascenso a Primera (2002). Aragonés demostró su amor al Atleti dejando en 2001 a un Mallorca al que había metido en Champions para sacar al equipo rojiblanco del infierno de Segunda.
No solo su fútbol quedó en el recuerdo. También inolvidables charlas, como las de la Selección o la de la final de Copa en el Bernabéu (1992): “Ustedes son el Atlético de Madrid y ahí fuera hay 50.000 que van a morir por ustedes. Por ellos, por la camiseta, por su orgullo, hay que salir y decir en el campo que solo hay un campeón y va de rojo y blanco”. O aquel eslogan que dejó en una rueda de prensa y que hoy aún perdura de “ganar, ganar, y ganar, y ganar, y volver a ganar, y ganar y ganar...”. Y tantos enfrentamientos que tuvo con Jesús Gil para defender a su vestuario y lo que consideraba mejor para el Atlético.
Más allá del Atlético, Luis entrenó al Betis (81-82 y 97-98), al Barça (87-88), al Espanyol (90-91), al Sevilla (93-95), al Valencia (95-97), al Oviedo (99-00), al Mallorca (00-01 y 03-04) y al Fenerbahçe (08-09). Antes de la aventura turca, llevó a la Selección a lo más alto. Cogió al equipo nacional en 2004 y, tras soportar terribles críticas, hizo una fuerte apuesta por los bajitos y el tiqui-taca para conquistar la Eurocopa 2008. Un estilo que enamoró a Europa y al planeta entero. El broche a una carrera legendaria que empezó hace hoy medio siglo y que dejó un legado enorme.
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