Mikel Landa: “He sido bastante chaquetero al estar en varios equipos”
El ciclista alavés ha concedido una distendida entrevista al podcast “Ser Ciclista” que edita su vecina de Murgia Nerea Saénz de Lafuente.
Sáenz de Lafuente es, como Landa, de Murgia y ha conseguido una sinceridad y un tono amigable que explica las declaraciones del corredor del Soudal Quick-Step. En primer lugar, abrazado a la actualidad, ha hablado de su caída en la Itzulia. “Me rompí una clavícula y dos costillas, la mayor caída, quizás, la tuve en el Giro de 2021, donde me fracturé clavícula y cinco costillas. Por suerte, la clavícula es molesta, es fastidiosa, pero no es una lesión muy grave (se la ha roto seis veces). A pesar de todas las veces que me he caído, he podido volver lo antes posible, y sano”. Muchos de sus accidentes han sido fortuitos, pero “la verdad es que no han sido errores míos, así que no, no me ha servido el aprendizaje especialmente”, aseguró el corredor alavés.
En la comparación de la simpatía que generan corredores como él o Perico Delgado, lo tiene claro. “Héroes, super-deportistas, hay muy pocos y la mayoría de la gente no nos vemos reflejados en ellos porque son, eso... superhéroes. Yo creo que a otro tipo de ciclistas nos pasan cosas buenas, pero también algunas malas. Nos caemos, nos levantamos... la gente se ve más reflejada en nosotros. Sí, quizás eso genere más empatía”, explicó. Pero ese hecho no se le sube a la cabeza, “es cierto que a veces te sorprende... dices, ¡qué dimensión está cogiendo esto! Pero la mayoría de veces, con mucho cariño y con mucho humor. Y respeto, lo agradezco mucho y es algo que que me divierte y me agrada”, señaló el corredor, que se está recuperando en su casa de Amurrio. Nacido en Vitoria, criado en Murgia y desde que se casó, residente en el Valle de Ayala.
Sus inicios fueron en otros deportes. “Jugué a fútbol en Ikastola Izarra y luego probé con la pelota. Pero estuve un año solo porque al mismo tiempo empecé con la bici y ya en casa me dijeron... oye, habrá que elegir, que no podemos estar todo el día de un lado para otro”. Su afición creció “viendo a Iban Mayo, a Haimar Zubeldia, a Joseba Beloki o a Roberto Heras. Esos corredores fueron los que me engancharon de verdad a la bicicleta. Verles en el Tour de Francia, atacando a Armstrong. La verdad es que, con ellos, me enamoré de este deporte. A partir de ahí, empecé a competir, me di cuenta de que se me daba bien y hasta ahora que soy profesional”, confiesa el corredor del Soudal Quick-Step que espera volver en la Dauphiné y luego correr el Tour y la Vuelta.
También habló de las pruebas en las que más disfruta. “Mi carrera favorita es el Giro de Lombardía. Si pudiese elegir una carrera, pues me encantaría ganar esa. Creo que todavía es posible, ¿por qué no? Y también me gustaría acabar este año con un podio en La Vuelta. Es un objetivo muy ambicioso, pero a nivel individual es algo que me encantaría”, advirtió Además, añadió que “el Giro me dio mucho, es una carrera donde me descubrí. Creo que es donde exploté y alcancé mi mejor nivel, y por eso le tengo un poco más de cariño. Cuando quedé tercero pienso que fui el ganador moral. Tengo cariño al Tour también. Ese estrés, esa adrenalina que te produce la carrera francesa, las demás no te lo producen, y a La Vuelta también. Estos últimos años le he cogido cariño. Hacía tiempo que no la corría y en carreteras más conocidas, también me ha gustado... Así que me quedo con el Giro, gana por poco a las otras grandes dentro de mi corazón”.
Jorge Azanza fue ciclista profesional en el Kaiku y el Euskaltel. Desde 2015 comenzó a ejercer como Director Deportivo en el Euskaltel Euskadi, que ahora sueña con volver a alcanzar el máximo nivel, el UCI Pro Team. Mikel Landa impulsó el proyecto y ahora le guarda bastante cariño: “Es de los regalos que te da el ciclismo, conocer a Jorge. Como yo pasé a Euskaltel siendo un chaval, él ya empezaba a ser de los veteranos. Y en una Vuelta a España coincidimos en la misma habitación... en Galicia, en agosto, un calor del copón, y con el pelo largo, hizo de peluquero. Menos mal que tenía casco y lo disimulábamos, ¿no? Al final de la Vuelta, estaba todo igualado”, aseguró en un tono jocoso. El navarro es ahora el Director Deportivo del conjunto naranja.
Euskaltel, Fundación Euskadi, es un proyecto muy especial para el alavés. “El naranja es especial —confiesa—, es el color de mi corazón, me dio la oportunidad de pasar a profesionales, es un color que ha marcado mucho el ciclismo en Euskadi y hoy todavía estoy muy pendiente de lo que hacen los chicos”. Ha militado deportivamente en equipos como Astana, Euskaltel, Sky, Bahrain, Movistar o Soudal Quick-Step y declara con humor haber sido “bastante chaquetero”. “La verdad, he pasado por muchos equipos y no me arrepiento de nada. Me siento un afortunado por haber podido estar en los mejores conjuntos del mundo. He conocido a muchísima gente, y todos me han aportado algo. Lo primero de todo es que te quieran, ser parte importante, que te escuchen, que te necesiten. Y por supuesto que sea un equipo que te encaja, que sea una estructura que tiene los mismos objetivos que tú, que te puedan apoyar en el tipo de carrera que quieres disputar, pero sobre todo eso, que te quieran y te valoren”.
En ocasiones, al de Murgia, se le han criticado algunos momentos de desconexión, pero “la bici no lo es todo”, afirma. “Cada uno sabe lo que tiene, lo que le va bien para dar el máximo. Este es un deporte súper exigente, y cada uno tiene unas vías de de escape. No me he ido a Andorra a vivir, no me he ido a Mónaco, he decidido quedarme en mi tierra, con mis amigos, con mi familia. Conlleva tener un poco de ocio, y faltaría más no poder hacerlo”. En ese sentido, hay muchos ciclistas que han cambiado de aires y que incluso tributan fuera de España. Landa sigue respondiendo fiscalmente en la provincia de Álava ya que las Diputaciones Forales tienen transferida la competencia a la hora de cobrar los impuestos.
El corredor de Soudal Quick Step reflexiona sobre las carreras de antes, que “eran mucho más de supervivencia, más de pillos, en esa época era otro tipo de corredor, había que hacer muchas más cosas para alcanzar la meta, no solo para llegar primero, sino para llegar. Ahora es un deporte mucho más medido, es puro deporte, puro rendimiento. Se controlan todos los esfuerzos, materiales, alimentación y ha cambiado mucho. Se ha utilizado mucho la ciencia para conocer el cuerpo humano, los alimentos, los materiales. Es un deporte que genera muchos intereses, mucho dinero, y todo el mundo quiere sacarle el máximo partido a su equipo, a su equipamiento y a sus corredores”.
El zuyano es querido por una legión de fans, con un movimiento que ha cristalizado como Landismo, una de cuyas señas de identidad es atacar la carrera “agarrando de abajo”, por su postura en la bici, que tanto emociona a sus admiradores. “Me sale muy natural, agarrarme abajo, voy más cómodo, puedo hacer más fuerza en esos momentos”, añade. Esa habilidad para ascensos y descensos, tiene su explicación: “Cuando era cadete o juvenil solíamos ir a correr mucho a Gipuzkoa y nos ponían unos, puertos siempre al final. Mi padre me enseñó la subida de Garrastatxu recién asfaltado, y me enseñó a bajar. Años más tarde, ya cuando era profesional pusieron ahí un final de etapa de la Itzulia, venía de un invierno muy malo, había tenido alguna lesión, y prácticamente en la primera carrera que disputé es año, conseguí ganar”. En el vídeo se ve a un seguidor corriendo con él en los últimos metros. Es Pablo, su padre, que estaba allí, muy cerca de casa.
Mikel nos habla de la afición al ciclismo en Euskadi: “Siempre ha estado muy arraigado, tenemos todo para hacernos ciclistas: la tradición, los coches nos respetan mucho y cuando eres cadete, cuando eres juvenil o incluso en las escuelas, tienes la suerte de tener carreras todos los fines de semana a menos de una hora de casa. Creo que que facilita mucho las cosas, para engancharte, para poder ir a correr y sobre todo, para que la familia te apoye”, subrayó en la entrevista con Sáenz de Lafuente. Muchos de los amigos que tiene son de su infancia, del pueblo, los colegas de toda la vida pero este deporte también le ha generado grandes relaciones con personas que ahora mismo son fundamentales en su vida.
Confiesa haber quedado impresionado con la facilidad del pedaleo de algunos compañeros de pelotón. “Han salido muchos corredores que me han gustado, pero Kiryienka, Luis León (Sánchez), Wiggins y tirando más para atrás Vinokourov, Ullrich eran muy elegantes”. Su mentalidad tiene que adaptarse a esa diferencia de papeles entre gregario y líder: “En cada momento tienes tu rol, he ido buscando un poco mis propias oportunidades. En equipos muy grandes ya había ciclistas consolidados y tenía que apoyarles, y al mismo tiempo contaba con alguna oportunidad pequeña. Luego seguía buscando mis opciones en otros equipos y ahora, ha aparecido Remco, un corredor en el que a veces me veo reflejado, por esa impulsividad y por ese carácter. Me motiva especialmente estar a su lado, aportarle mi experiencia y ayudarle a conseguir lo que yo no he conseguido”, dijo.
El colectivo musical navarro Suakai hizo un tema al ritmo del corazón de nuestro protagonista. “Me propusieron hacer una canción utilizando mi ritmo cardíaco como metrónomo, como marcador del ritmo de la canción, y al mismo tiempo esa canción me tenía que ir motivando e ir subiendo mis pulsaciones para llegar al punto más alto. Me gustó mucho la idea, y creo que quedó muy bonito”. No es su única relación con la música, ya que toca la trikitixa (un acordeón diatónico típico del folklore vasco). “Estudié piano y el teclado de la triki lo podía descifrar. El confinamiento dio para mucho porque no podíamos salir de casa”, apostilló con humor.
Además, el ciclista compara las estructuras de los equipos por los que ha pasado. “Al final se trata de dar lo mejor a los corredores, hay un manager general, directores, diferentes departamentos como médicos, preparadores, nutricionistas, masajistas y mecánicos y luego los corredores. Donde hay más dinero hay más medios, más mecánicos, más masajistas, mejores viajes, mejores conexiones de vuelos o el mejor material. Pero esto se resume en lo mismo, dar pedales lo más rápido posible y al final al corredor casi nunca le falta de nada, estés en un equipo o en otro. Al final hay 150 chalados intentando pasar primero por meta”, señaló el corredor vasco.
Y nos deja un pensamiento contundente: “Soy un afortunado, no me he tenido que ir de mi casa, he tenido todo muy fácil para ser corredor, incluso empecé en la universidad siendo profesional. Luego la dejé, porque no me daba, pero he tenido la vida de cualquier otro chaval de de Murgia, mi pueblo. He sido profesional y he corrido contra los mejores, he sido a veces favorito incluso para hacer carreras, he vivido un sueño sin renunciar a muchas cosas. Tengo la suerte también por no haberme ido de mi casa y en la carretera tengo amigos. Claro que hay días duros aunque hay otros que te encuentras con tus amigos, compartes con ellos media hora, y te cambia el día. He tenido suerte”.
Le hubiera gustado compartir equipo con “algún personaje de los de antes, con Tarangu, con Luis Ocaña, con Anquetil, con Coppi y con personajes de de otra época”. Compartiría tándem con Abraham Olano, y no lo haría “con algún sprinter, que seguro que me dejaría en las cuestas, me dejaría toda la responsabilidad”, sentenció el corredor alavés en una distendida charla de casi 40 minutos con Nerea Sáenz de Lafuente. En SER Ciclista, un podcast que se suele subir cada dos o tres semanas y que cuenta con muchos seguidores. Su intención no estar al lado de la actualidad o de las noticias de carreras sino afrontar el ciclismo de manera más lúdica y social. Lejos de la competición pura y dura.
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